Elecciones al Parlamento Europeo (II): Hay razones para votar

Iniciada la campaña, lamentablemente las previsiones se han cumplido. El vídeo lanzado por el PSOE con testimonios de hipotéticos ciudadanos europeos convertidos en estereotipos del pensamiento de la derecha –de la extrema derecha, no de la derecha democrática europea que es la fuerza mayoritaria del Parlamento- ha indignado a los populares (supuesta referencia de los postulados cavernícolas del vídeo). Populares que no pierden ocasión para situar en primer plano de su actividad de campaña la, en su opinión, incapacidad de Zapatero para afrontar la crisis. La derechota y la ineficacia; ya estamos dónde siempre. La misma historia de todas y cada una de las campañas electorales de nuestra democracia. ¿Y Europa?.

Pero, a pesar de todo, sigue habiendo razones para votar. No cabe el desaliento y la desmoralización por mucho que algunos –casi todos- intenten hurtar el debate y la pedagogía sobre Europa. Y lo que nos jugamos con nuestro voto el próximo 7 de junio:

 

  1. El 80 por ciento del trabajo que se realiza en el Congreso de los Diputados español está dedicado a la transposición de legislación comunitaria. Está claro, pues, donde se toman las decisiones. El último pleno de Estrasburgo, por ejemplo, impidió que se pudiera cortar una conexión a internet como un medio para imponer sanciones a los consumidores. Bueno, pues ya no hay gobierno nacional que pueda hacer lo contrario a la hora de legislar sobre la protección de la propiedad intelectual. Se puede perseguir y sancionar la piratería, pero no a costa de cortar el acceso a internet porque eso se considera tan básico como el acceso a la escolarización.
  2. Ahora se cumplen 30 años de las primeras elecciones al Parlamento Europeo. Pero entre las competencias de aquella primera cámara y la que elegiremos el próximo 7 de junio hay un abismo. El Tratado de Lisboa contempla un importante aumento de competencias para el Parlamento. Tal es el caso de la elección del presidente de la Comisión, de la aprobación de la política presupuestaria, en políticas de Interior y Justicia e, incluso, en buena parte de la Política Exterior. El Parlamento es contemplado como una de las dos ramas de los poderes legislativo y presupuestario de la Unión. La Otra es el Consejo, es decir los estados, o sea los gobiernos.
  3. Si tienen las competencias, tomémoslos en serio. Porque van a ejercerlas. Y si aquí hacemos las campañas nacionales basadas en el temor a una derechona troglodita, o una izquierda intervencionista e ineficaz, ¿por qué no nos va a importar lo que puedan hacer ahora, unos, otros, y otros más, en asuntos que regulan desde el amanecer hasta el anochecer nuestra vida cotidiana?.
  4. Es evidente que para acabar con el poder oligárquico de las cúpulas de los partidos y profundizar en la democracia, debería haber listas abiertas para que los votantes pudieran valorar y premiar el trabajo de sus diputados y no otorgar cheque en blanco a la lista elaborada por el aparato. Es una necesidad y habría que trabajar por ello. ¿No votando? No, votando y exigiendo a los elegidos. Si algo caracteriza a la Unión Europea es la transparencia. En el portal de la Unión está la dirección electrónica y el teléfono de todos los eurodiputados. Usémoslos.
  5. El Tratado de Lisboa reconoce por primera vez la iniciativa ciudadana europea. Un grupo de al menos un millón de ciudadanos nacionales de un número significativo de Estados miembros puede tomar la iniciativa de invitar a la Comisión a que presente una propuesta adecuada sobre cuestiones que, en opinión de los interesados, requieren un acto jurídico de la Unión para aplicar el Tratado de Lisboa. Tienen que ser, por tanto, iniciativas transversales, es decir, con impulsores en varios países de la Unión, lo que, inevitablemente, será un acicate para que demos pasos hacia una opinión pública europea.
  6. A partir de 2019, todas las casas que se construyan en la Unión Europea deberán ser autosuficientes energéticamente. Es una decisión europea que nos afecta a todos. Porque la energía es cosa de todos.

Los tipos de interés, como es sabido, ya no los fija en Banco de España, sino el Banco Central Europeo. Porque la política monetaria es cosa de todos. La energía, la crisis, la inmigración… los retos del futuro no los vamos a poder afrontar solos, aunque queramos. Nuestra suerte, afortunadamente, ya está ligada
a la Unión Europea.  Como recordaba en la presentación de Europa en suma el presidente del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa, Felipe González, llevamos 20 años debatiendo el reparto del poder en la Unión y no sobre qué poder necesitamos. Ese es el debate. Y para ese debate necesitamos tu concurso y unas instituciones fuertes, críticas, con vitalidad y permeables la sociedad civil.  Juan Cuesta

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