La inevitable caída de “Martinchú”

Comentario a las elecciones en Renania del Norte-Westfalia

image 1138919 860 galleryfree xtvv 1138919Muchas películas alemanas tienen títulos hermosos, descriptivos: Las amargas lágrimas de Petra von Kant, La repentina riqueza de los pobres de Kombach, El honor perdido de Katharina Blum, por no recordar el teatro de Brecht y su Resistible ascensión de Arturo Ui.

En este caso no hablamos de ascensión sino de caída, caída libre, y el nombre de Martinchú viene de una cita de la posible lideresa del caótico PSOE español. La señora Díaz decía el sábado por la noche, en una entrevista en televisión, con su fuerte acento de Triana, que no de Düsseldorf, que Martinchú era la gran esperanza de la socialdemocracia europea. Lo de los idiomas, como diría Unamuno, es cosa de ellos, sea inglés, alemán o serbocroata. Mientras los dirigentes europeos hablan entre sí en alguna lengua común, Don Mariano, como antes Don José Luis o Don José María, va siempre acompañado por el traductor de Moncloa, ese señor de gafas y de pelo medio largo, que continuamente aparece en medio de las fotos de nuestro líder con algún europeo. Nosotros, a lo nuestro, a hacer campaña con traje de faralaes, en medio de rebujitos, en la Feria. ¡Lo más grande!, que se dice en la bendita tierra de María.

Pero Martinchú, esa gran esperanza, ha caído derrotado por tercera vez consecutiva en regionales frente a la cancillera de Alemania y cancillera de Europa, Angela Merkel. No solo pierde, sino que registra el peor resultado en su Estado natal, donde, tradicionalmente, ha gobernado el SPD, salvo un breve mandato de la CDU. No se puede caer más bajo, dice el diario Süddeutsche Zeitung, de centro-izquierda. Pasa del 39,1% de votos al 31,2. La cancillera gana por tres a cero en el partido de ida, hace muy difícil la remontada y, más aún, conquista el corazón rojo alemán. Los antiguos abstencionistas votan a la democracia cristiana. Y los votos del SPD se van a los liberales del FDP, que resurge de sus cenizas y formará coalición con los de Merkel.

El globo de Martin Schulz ha pinchado. Con apenas 31 años, fue alcalde de su pueblo, Würselen, en el Estado de Renania del Norte-Westfalia y después hizo toda la carrera en el Parlamento Europeo hasta llegar la presidencia. No tiene experiencia en la política nacional.image 1141262 860 galleryfree gdpb 1141262

Su designación como dirigente del SPD en enero por la vieja guardia del partido, que había sufrido tres derrotas consecutivas frente a Merkel en las elecciones federales, insufló ánimos inesperados en la antes poderosa y ahora decaída socialdemocracia alemana. Schulz subía en las encuestas como un globo, sin que se supiera muy bien por qué. La gente joven se afiliaba al partido. Schulz decía lo obvio, que a las empresas alemanas les iba muy bien, pero a los trabajadores no tanto, porque habían visto como bajaban sus ingresos. Schulz se había postulado como el apóstol de la pequeña gente. Pero parece que eso no basta. Así son los líquidos tiempos modernos de Bauman, los electores pasan de la emoción al aburrimiento en un segundo.

Para el dirigente del SPD estas elecciones en su Estado eran todo o nada después de dos derrotas sucesivas, en el pequeño Sarre, frente a la democristiana Annegret Kramp-Karrenbauer, apreciada hasta por sus contrincantes, y en Schleswig-Holstein dónde un débil candidato socialdemócrata, Torsten Albig, cayó frente a un joven y desconocido democristiano, Daniel Günther, entre otras cosas, por decir que no podía hablar con su mujer de cosas interesantes porque estaba en casa, al cuidado de los niños, y que por eso se había ido con otra.

Las elecciones de RNW se consideran siempre como un gran anticipo de las generales. Ese estado federado es el más poblado de Alemania, 18 millones de habitantes, con 13 millones de votantes, casi una cuarta parte de la República.

Pero la tierra del carbón y del acero, el Ruhr, la vieja gloria alemana, es la región más endeudada. Baden-Württemberg, al suroeste y Baviera, al sureste, son hoy los Estados más pujantes.

Salvo las deprimidas regiones del Este, la Antigua República Democrática, Alemania va bien, como les gusta decir a los políticos. Más que bien. El mes pasado, Alemania ha superado todos los records en exportaciones. Supera a China en la relación exportaciones- importaciones. Una máquina, para disgusto de los vecinos, sobre todo de la decaída Francia y de Le Pen. Transferimos rentas a Alemania y luego decimos que la señora Merkel gobierna en Europa. La victoria de Macron ha salvado a Europa, pero ahora nosotros tenemos que pagar la fiesta, decía el semanario Der Spiegel, y nada menos que en portada.image 1139656 860 galleryfree wjod 1139656

Y eso que la sobria cancillera llegada del Este, hija de pastor protestante, formada en físicas, no tiene grandes ideas ni propone grandes reformas, pero es como un fiable motor germano, de esos que gustan tanto a los consumidores, constante y estable. Paciente y serena frente a los insultos o las amenazas de Putin, Erdogan o Trump. Abrió la puerta a los refugiados, pero ha superado la crisis, la entrada de más de un millón de personas, sin grandes problemas. Ya no es tema de debate. Apenas, para la ultraderechista Alternativa para Alemania, en franco retroceso.

Sin embargo, es pronto para dar por cerradas las elecciones generales de septiembre. Pueden pasar muchas cosas en estos tiempos revueltos de posibles injerencias “externas” a través de Internet, como estamos viendo continuamente.

En Renania del Norte-Westfalia, y a falta también de grandes ideas de Schulz, las elecciones se han centrado en los problemas locales y su gestión. Lo que preocupa es la educación, la seguridad y, sobre todo, curiosamente, los enormes atascos, Es mucha población en poco territorio. Se dice que los atascos a orillas del Rin darían varias vueltas a la Tierra.

Por cierto, para atasco el que tiene el partido a cuyo liderazgo aspira la señora que hablaba de Martinchú.

La hasta ahora jefa de gobierno de RNW, Hannelore Kraft, dimitió nada más conocer la derrota. Aquí no. En la socialdemocracia española se pierden dos elecciones, no se dimite y no solo esto, sino que el derrotado se presenta como el futuro salvador de la cosa. Sin comentarios.

También se dimite en aquellas latitudes, de manera fulminante, cuando la prensa informa de que alguien es corrupto o ha copiado una tesis doctoral. No se espera a la imputación o al juicio oral, o se repite continuamente: ¡Es que es una cosa…! , como hace el inefable director de un periódico conservador, tertuliano correturnos y acérrimo defensor de Génova. De la sede de la calle, no de la ciudad. Así les van las cosas a ellos y así nos van a nosotros.kanzlerkandidat in der