Alemania quiere ser Suiza

Schweiz DeutschlandUna de las cosas que más les gusta a los alemanes es wandern, hacer la Wanderung, el senderismo, las caminatas, a ser posible por los bosques, meterse en ese alma alemana, cuna de cuentos y leyendas que son las masas forestales.

Otra de las cosas que más les gusta es dar gas en la autopista, picarse a 220 por hora. Se dice que los EEUU es el país del free speech (o más bien lo era antes de Trump, porque ahora con las postverdades el tema ha quedado bastante devaluado) y que Alemania es el de la free speed, de la velocidad libre en autopista, un principio tan sacrosanto en un país preocupado por la seguridad o la ecología que ninguna autoridad se ha atrevido a tocarlo. Al menos, los fabricantes de grandes deportivos limitan su velocidad a 250 por hora. Una cosa razonable.

Pero lo que más, lo que más les gusta a los alemanes es Suiza, lo que más les gustaría es ser suizos, según el sorprendente resultado de una encuesta de hace años. Ricos, o más ricos, como los suizos, y pacíficos, o mejor aún neutrales, como el país que no se ha metido en siglos en una guerra. “Alemania debería ser la potencia más pacífica del mundo" ha dicho el actual ministro de exteriores y ex número uno del SPD, el socialdemócrata Sigmar
Gabriel. Nada menos.

En la dulce Suabia, repartida hoy entre los estados federados de Baviera y Baden-Württemberg, los más ricos de Alemania, el 89 % de los consultados por un periódico regional estimaban que lo mejor sería incluir a los dos estados en la Confederación Helvética. Y saben de qué hablan porque ambos son vecinos de Suiza.

De hecho, decenas de miles de alemanes viajan cada día, sobre todo desde Baden-Württemberg, para trabajar a Suiza, donde los sueldos son mucho más altos. En Suiza, el salario medio está en unos 5.700 euros al mes, al cambio, y en Alemania en 3.400.

La ventaja de vivir en Alemania es que la cesta de la compra es más barata. Los precios en Suiza son horribles: la pechuga de pollo está en Alemania a 7 euros el kilo, y en Suiza a 21. Los huevos, 1,70 la docena en Alemania y 5 en Suiza ¡! 

“Yo me saco unos 5.500 euros al mes”, me decía Heinrich, un  germano de la antigua RDA que había emigrado a Berna, y que trabajaba como encargado de una terraza sobre el rio Aar. Heinrich había cumplido el sueño, ser suizo, aunque fuera como residente.

19797132Después de las apocalípticas guerras del siglo XX lo que más les gustaría a los alemanes, informados todos los días del resultado de la barbarie nazi, es ser como Suiza, un país sin líos. Cuando la Bundeswehr sale al exterior, aunque sea en misiones de paz, a muchos germanos se les pone la Gänsehaut, la piel de ganso, carne de gallina que decimos nosotros. Hasta la pacífica Portugal tiene decenas de monumentos a los caídos en las Grandes Guerras. Suiza, no. No las ha tenido, pero cuenta con un ejército moderno y muy bien preparado. Una cosa no quita la otra. Los varones hacen ejercicios militares una vez al año hasta los 42 años (para las mujeres es voluntario) y guardan la escopeta en casa por si hay invasión. Es uno de los primeros países del mundo en armas per cápita.

Lo más parecido a ser suizos es seguir protegidos bajo el ala protectora de la “madrecita” Merkel. Los carteles de la democracia cristiana son muy simples. Se limitan a poner una foto de Ella. Las reformas más duras se las dejó hechas el socialdemócrata Schröder. Hay un boom en la construcción gracias los bajos tipos de interés. El 90% de los ciudadanos considera que su situación económica es buena, la cifra más alta de la Unión Europea. El país va muy bien en lo económico, bate records en exportaciones y no tiene grandes sobresaltos como Francia, un sistema político roto, reformas pendientes y atentados; Gran Bretaña, el suicida Brexit, o el caos múltiple italiano.Y mejor, no hablemos de lo nuestro. Comparado con los grandes de la Unión, Alemania es Suiza.

No hay tensiones regionales. El viejo reino de Baviera esta adherido al Bund, pero su Parlamento rechazó en 1949 la Ley Fundamental de Bonn o Constitución por ser “demasiado centralista y poco católica” (Baviera es católica, y mucho). Sin embargo, la Carta Marga provisional alemana rige en el Estado Libre asociado sin problemas. Los bávaros ondean su bandera ajedrezada junto a la alemana y todos contentos. No pasa nada.Por cierto se llama Ley Fundamental, Grundgesetz porque es una normativa provisional de la RFA hasta que se consiguiera la reunificación. Decía la Carta que una vez alcanzada ésta, el pueblo alemán se daría una Constitución, Verfassung, y no se ha hecho, se dieron ligeros retoques. Hay otras, 30 años más jóvenes,que están obsoletas…

Otra diferencia. Si hay algún ataque terrorista, en un país modelo de lo federal, investiga la BKA, la Oficina Criminal Federal junto con la policía regional. No como en otras partes. En Berlín, el pasado 19 de diciembre, un yihadista lanzó un camión de gran tonelaje contra un mercado navideño y mató a doce personas. Pero esto no desató una oleada de xenofobia en un país preocupado por la llegada masiva de refugiados. Alemania reaccionó como la potencia serena que es.

860x860 010La única fuerza que intentó utilizar este atentado fue la ultranacionalista y xenófoba Alternativa por Alemania, AfD,
emergente en estas elecciones, en las que puede quedar tercera. Por cierto, también a la AfD, a pesar de contar con el apoyo de la Rusia de Putin, le gusta mucho Suiza, el sistema de democracia directa del país de los cantones, donde votan casi todos domingos lo más diverso. 

AfD nació contra el euro, contra la ayudas a los países del sur, pero se relanzó con la llegada masiva de refugiados hace dos años como fuerza contraria a la acogida. Hace unos meses se veía como un gran peligro, pero su fuerza ha bajado, en parte debido a una serie de disensiones internas, entre los radicales y los más radicales. Por otra parte, los dos socios de la gran coalición, CDU y SPD, han dejado claro que lo del verano de 2015 no se volverá a repetir. Hace dos años, el tema de los refugiados preocupaba mucho al 60% de la población; hoy, al 30.

Pero la AfD va ser la primera fuerza ultranacionalista en el Bundestag en décadas y va a hacer mucho ruido, según estima el semanario Der Spiegel. Puede conseguir en torno al 10-12% de los votos y 70 diputados. Su presencia en la Cámara alemana puede ser una gran caja de resonancia.

El votante de AfD, según estudios de la prensa alemana, es un ciudadano medio, en edad, formación e ingresos, que teme a los extranjeros y quiere devolver esplendor a Germania. Está representada ya en 13 Estados federados y cuenta con más fuerza en el Este, la antigua RDA, donde ha sustituido como partido protesta a los comunistas del PDS, integrados, junto con disidentes del SPD, en Die Linke, La Izquierda. Mientras que el Oeste, la AfD está en torno al 7% de los votos, en el Este va del 11 al 22, según Estados. En esa región deprimida, donde es la segunda fuerza en Mecklenburgo-Pomerania Anterior, Sajonia y Turingia, los sueldos siguen siendo un 25% más bajos que en el oeste, 27 años después de la reunificación. La canciller, nacida en Hamburgo, pero criada en la extinta RDA, y que es candidata por el primero de esos Estados, ha recibido allí las pitadas más intensas. Puede tener problemas para conseguir un escaño directo, según el sistema dual de representación alemana, distritos y conjunto de votos.

La socialdemocracia, SPD, sigue perdida casi tres décadas después de la caída del muro. Está en la Gran Coalición y esto no le permite distinguirse de su rival, la CDU. Según las encuestas va a recibir menos votos que nunca, en torno al 20%. Lejos queda la referencia europea, el partido de gigantes como Willy Brandt o Helmut Schmidt.

Su actual candidato, Martin Schultz, tuvo lo que en algunos lugares llaman “arrancada de caballo y parada de burro”. Fue designado a comienzos de año después de que el SPD sufriera tres derrotas sucesivas frente a Merkel y arrancó bien en las encuestas, agitó las aguas. Era la gran esperanza. Sin formación académica, librero, fue alcalde de su pueblo de Renania durante 11 años y, después, eurodiputado y presidente de la Eurocámara.

Tiene prestigio, pero no experiencia en la vida política nacional. Su mensaje inicial, la lucha contra las desigualdades en un país donde los ricos son más ricos y los salarios, a pesar de la prosperidad, siguen estancados, no ha calado. El SPD ha sufrido derrotas sucesivas este año en las regionales del Sarre, Renania
del Norte-Westfalia y Schleswig-Holstein. Hoy, los dirigentes del SPD no son partidarios de renovar una Gran Coalición. Estiman que un tiempo en la oposición renovaría su fuerza. 

Los verdes están aburguesados, han cogido peso. No son los Joscha Fischer, aquel joven fogoso que tomó posesión de su escaño con zapatillas deportivas y que terminó vestido con terno, representando a Alemania en el mundo.

Los liberales pueden ser la otra sensación. El eterno partido bisagra de figuras como Hans Dietrich Genscher, el aparejador de la reunificación, resurge de sus cenizas. Pasarían, según las encuestas, de no estar representados en el Bundestag a conseguir el 10% de los votos, gracias al tirón de su nuevo dirigente, Christian Lander y podrían formar coalición con la CDU, o un tripartito con los Verdes, llamado Jamaica, por los tres colores de
su bandera. Una base de centro-derecha, un toque de izquierda y una pizca de liberalismo. Merkel es más partidaria de esta opción que de formar coalición solo con los liberales. Lindner, contrario a avanzar en la profundización de Europa, desearía la cartera de Hacienda, pero se encontraría con la oposición del todopoderoso Wolfgang Schäuble, muy apreciado en Alemania por su política de austeridad. Veremos.

Alemania es una sociedad envejecida. Los jóvenes con menos de 30 años, el grupo social más abstencionista y que vota más a la izquierda, tiene hoy menos importancia, son apenas el 16 % del electorado. Casi un tercio de los que pueden votar tiene más de 60 años y lo que más le preocupa son las pensiones.

titelAlemania no es Suiza, pero lo parece. Rica, aburrida, sin sobresaltos. Los medios extranjeros no se hicieron eco del único debate televisado entre los dos grandes contendientes, no había mordiente. En realidad, decía el semanario Die Zeit, parecía que no se debatía nada. Todo es ruhe, calma, rozando el langeweile, el aburrimiento, las palabras más utilizadas por los medios para definir esta campaña. El sol brilla y los pajaritos cantan.

Decía Angela Merkel el pasado mes de febrero que esta campaña electoral iba a ser más difícil que las tres anteriores. Se decía que iba a haber injerencia externa, el oso ruso, las fake news, como en el caso de las presidenciales de los Estados Unidos. Pero nada de eso ha sucedido. En medio de su caos político, los EEUU tienen las primeras empresas del mundo y las más innovadoras, Amazon, Facebook, Google o Tesla. Por no hablar de las polémicas Uber, Cabify o Airbnb. Están en el siglo XXI y Alemania vende tecnología del XIX. Merkel decía en la última sesión del Bundestag que el mundo cambia, que otros países lo están haciendo muy bien, y
que Alemania puede quedarse anquilosada, convertirse en un museo de tecnología. Sin embargo, la consigna de su gobierno ha sido sparen, ahorrar, cifras en negro en el presupuesto, a pesar de que muchas infraestructuras, entre otras las famosas autopistas, necesitan un repaso.

Decía el lector de un periódico alemán, en un comentario, que es bueno el hecho de que el ciudadano medio no tenga que ocuparse diariamente de la política, que eso demuestra lo estable que es la democracia alemana. Hay países democráticamente más “entretenidos” como el nuestro donde cada día nos levantamos con un susto, corrupción o tensiones nacionalistas.

En Suiza, vas por la carretera y ves a las vacas que miran con una cierta tristeza, aburridas, porque dudan al escoger, entre tanta hierba, fresca y jugosa, el mejor bocado. Entre la tensión extrema y el aburrimiento estaría bien un punto medio, el alemán, que no tiene necesidad de ser Suiza.

 

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