El plan de recuperación: un paso importante en la solidaridad federal

Falta la reforma de los Tratados que exige su aplicació.

europa fiscalidad ugtDurante los últimos seis meses desde estas líneas hemos venido defendiendo que, en la Unión Europea a través de sus instituciones, después de tres semanas de desconcierto, en febrero y marzo, se estaban dando pasos decisivos en la profundización del proyecto federal europeo, como consecuencia de la lucha contra el coronavirus.

Primero fue la Comunicación de la Comisión Europea del 13 de marzo, después vino la decisión de Banco Central Europeo del 18 de marzo y acto seguido llegaron un conjunto de medidas del Eurogrupo, del Consejo, y especialmente las tres del Parlamento Europeo del 17 de abril, 15 de mayo y 18 de junio. Las dos primeras sobre el plan de recuperación y la tercera en torno a la Conferencia sobre el Futuro de Europa. La relevancia de las resoluciones del Parlamento Europeo estriban en que se aprueban por las tres o cuatro principales fuerzas políticas de la eurocámara: populares, socialistas, liberales e incluso los verdes y algunos no inscritos que representan más del 60% del Parlamento y, por tanto, la legitimidad de la soberanía ciudadana europea, que pidieron y apoyaron un plan de recuperación presentado por la Comisión Europea y respaldado por el Marco Financiero Plurianual 2021-27, es decir, por el presupuesto comunitario, que prácticamente lo doblaba.

Dicho plan fue presentado el 27 de mayo por la Comisión Europea con una gran ambición y, por ello, se dudaba que fuese respaldada por el Consejo Europeo dada su envergadura. Hay que resaltar que a lo largo de este periodo las decisiones adoptadas por las instituciones federales como el Banco Central Europeo, o las más comunitarias como la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, han sido determinantes. Sin embargo, se dudaba de la posición del Consejo y del Consejo Europeo dado su carácter intergubernamental, y los fracasos de las cuatro reuniones telemáticas obtenida por este último desde el mes de febrero, donde además en un tema como la aprobación del plan de recuperación se exigía unanimidad.

Finalmente, el 17, 18, 19, 20 y 21 de julio estuvo reunido de forma permanente el Consejo Europeo en una de sus sesiones más largas que se conocen y en donde al final a las cinco de la mañana del día 21 se llegó a un acuerdo definitivo. Este acuerdo recogía los elementos sustanciales de las propuestas del Parlamento Europeo que habían sido materializadas en el Plan de Recuperación propuesto por la Comisión Europea. Si bien se habían dejado algunos “pelos en la gatera” como ocurre en todas las negociaciones internacionales que exigen cesiones por todas las partes. Lo relevante es que saliera el plan, que era un compromiso de avance federal, que es reflejo de la soberanía europea y de la solidaridad entre sus miembros y con sus ciudadanos, debido a su cuantía de 750.000 millones de euros, más de la mitad comprometido a través de inversiones, 390.000 millones de euros, y el resto créditos; al riesgo mancomunado y gestionado por la Comisión Europea en los mercados y, por lo tanto, financiado por algún tipo de deuda comunitaria, vinculado al Marco Financiero Plurianual 2021-27, que casi se duplica. Es decir, se logra por primera vez en la historia la duplicación del presupuesto comunitario, tal y como hemos venido definido en estas líneas, algo inimaginable en febrero del presente año.

En las conclusiones del Consejo Europeo se resalta la vinculación del fondo con las nuevas generaciones europeas y, así mismo, se vincula con las nuevas políticas de la Comisión Europea, tales como el Pacto Verde, la sostenibilidad, la política social, política digital, etc., que habrá que incorporar necesariamente en los planes de desarrollo nacionales.

En todo caso, lo que desde el Movimiento Europeo debemos insistir es en los avances desde la perspectiva europea y no sólo en la lógica nacional, como está ocurriendo en los medios de comunicación de nuestro país. Los pelos en la gatera son los reembolsos a los denominados frugales, que se pensaba que desaparecerían después del cheque británico; el freno de emergencia; la desaparición de la condicionalidad democrática para algunos países del centro-este de Europa; la no aprobación de momento de las nuevas figuras impositivas de recursos propios; y la reducción de algunas partidas comunitarias. Es pronto para saber su incidencia, pero posiblemente no dificulten la puesta en marcha de esta importantísima decisión que es consecuencia, como estamos señalando, de un proceso en donde, junto al Consejo Europeo, el Parlamento Europeo y la Comisión lo han hecho posible.

Se logra por primera vez en la historia casi duplicar el presupuesto comunitario, tal y como hemos venido defendiendo desde el Movimiento Europeo, algo inimaginable a comienzos de año Ahora falta quizá todavía algo más difícil que es la reforma de los tratados que será necesaria para poner en práctica este ambicioso plan, ya que a nadie se le escapa que para poder administrar y gestionar el plan de esta dimensión, será necesario reforzar el proceso de decisión del sistema institucional de la Unión Europea. Especialmente se requiere que desaparezca la unanimidad en el seno del Consejo Europeo y del Consejo de la Unión; el aumento de atribuciones de la Comisión Europea y la reducción de su tamaño; el avance en la Unión Bancaria y la Unión Fiscal; la ampliación de competencias en la lucha contra las pandemias; la migración y asilo; el desarrollo del modelo social y las condiciones de trabajo; y en la política exterior de seguridad y defensa.

También habrá que mejorar los instrumentos de control de calidad democrática como el artículo 7 TUE, entre otras materias. Por ello, es imprescindible que la presidencia alemana y su canciller, que han presentado un programa y una comparecencia ante el Parlamento Europeo impresionante, consigan pronto una declaración interinstitucional, Comisión-Consejo-Parlamento, con objeto de convocar la Conferencia sobre el Futuro de Europa para el próximo otoño, que estaba prevista celebrar en Dubrovnik el 9 de mayo de este año -y que fue imposible debido al coronavirus-. Debe quedar claro en esa convocatoria el compromiso de la presidenta de la Comisión Europea en su discurso de investidura sobre la reforma de los tratados, así como la participación de la sociedad civil organizada y con especial presencia de los jóvenes. En este sentido, debemos anunciar que el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo acaba de editar, en colaboración con la editorial Marcial Pons, un libro (que tiene versión digital) titulado El debate ciudadano en la Conferencia sobre el Futuro de Europa, con más de sesenta autores, prólogo del vicepresidente de la Comisión Europea y Alto Representante, Josep Borrell; un prefacio del secretario de Estado para la Unión Europea, Juan González-Barba; y con la participación de relevantes académicos y de ciudadanos pertenecientes a la sociedad civil organizada del Movimiento Europeo de prácticamente todos los Consejos Autonómicos del CFEME, con la participación del presidente del Movimiento Europeo italiano, el presidente del Movimiento Europeo francés y la presidenta del Movimiento Europeo alemán, publicación con la que pretendemos incentivar el debate sobre la Conferencia.