El colapso del gobierno afgano posibilita y exige un nuevo impulso a la Unión Europea

Infolibre

Publicado originalmente en infolibre.es

Leemos estos días en diversos medios de comunicación que la crisis de Afganistán es un fracaso de Occidente cuya responsabilidad comparten Estados Unidos y la Unión Europea; y también que dicho fracaso fortalece el modelo autoritario propugnado por Moscú y Pekín y que les dan una oportunidad a los países vecinos como China, Rusia, Irán, Irak, Pakistán, entre otros. Creo que las cosas se pueden ver de otra manera, la responsabilidad de Estados Unidos y la de la Unión Europea son diferentes, al igual que la forma de participar en Afganistán, ya que Estados Unidos tuvo un peso especialmente militar, mientras que en el caso de la Unión Europea este se ha centrado en la defensa del modo de vida y la protección de los derechos humanos, así como en apoyar una educación democrática en la que se fomentara el principio de igualdad entre mujeres y hombres.

Existen también quienes defienden que estamos ante una nueva etapa de la política mundial. A mi juicio creo que, de momento, no hay un cambio cualitativo, y que está pasando lo mismo que sucedió con las consecuencias globales de la pandemia del covid-19. Estas tampoco supusieron un cambio radical en el escenario internacional, sino que en ambos casos lo que está ocurriendo es una aceleración de las nuevas características del orden internacional que vivimos a consecuencia del fin de la hegemonía norteamericana.

El refuerzo del rechazo del modelo democrático va a depender, en gran medida, de la política que adopte la Unión Europea y su capacidad de liderar una respuesta conjunta respecto a esta crisis y a la nueva relación con los Estados Unidos y otros importantes actores internacionales. Para ello deberá asumir sus responsabilidades como potencia política, económica y social y, sobre todo, continuar con el refuerzo de su papel de incrementar el multilateralismo a escala mundial.

Se da también por hecho que hay grandes diferencias entre los Estados Miembros en torno a la crisis afgana. Ello lleva a entender que no es posible una acción común concertada frente a la crisis y sus diferentes desafíos en las próximas etapas. Quien así opina, que coincide con los que entendían que no era posible una lucha común europea contra la pandemia, olvidan que se han tomado las decisiones apropiadas, incluso inesperadas, como son el Plan de Recuperación y el Fondo de Nuevas Generaciones, los cuales han sido posibles gracias a la cohesión creciente entre los Estados Miembros y al liderazgo compartido de las instituciones comunitarias (Parlamento Europeo, Comisión y Consejo).

 

¿Por qué no puede ocurrir ahora lo mismo, que se busquen y se encuentren unas propuestas comunes? Todo ello dependerá de la voluntad de los Estados Miembros y del liderazgo de las instituciones, especialmente en el ámbito de la Política Exterior. De momento, el único dato que tenemos en el plazo de estos últimos 10 días, desde la victoria de los Talibanes, es ese retorno concertado entre los Estados Miembros a través de las instituciones comunes que además se coordina desde el Gobierno español, con el respaldo de la presencia del Presidente del Consejo, Charles Michel, y la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el 21 de agosto, en Torrejón de Ardoz, con el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

A pesar de las enormes dificultades, esta acción coordinada ha dado resultados en un breve periodo de tiempo. Incluso llegando a trasladar y evacuar ciudadanos y colaboradores americanos. También hay que resaltar la colaboración de las bases europeas, entre ellas, las de Morón y Rota, donde el Gobierno español ha concedido su utilización, en este caso para una acción humanitaria que tiene el apoyo completo de la ciudadanía española. No cabe duda de que los momentos más difíciles todavía no han llegado, como pueden ser la concesión de asilo y el reparto de los refugiados, o todavía más difícil, la política común de negociación con el nuevo gobierno afgano, liderado por los talibanes, para así conseguir una moderación al aplicar, al menos en parte, la doctrina de los derechos humanos.

 

Quizás lo que será más difícil es liderar una política común compartida en las negociaciones con el gobierno talibán, por ejemplo, antes del reconocimiento internacional de ese gobierno, condicionando por ejemplo la moderación de sus acciones. Será muy importante que los Estados Miembros de la Unión Europea realicen el reconocimiento de manera conjunta, al mismo tiempo, y que no ocurra como en casos anteriores como, por ejemplo, en el reconocimiento de Croacia donde algunos Estados realizaron un reconocimiento prematuro complicando la situación de forma manifiesta.

En caso de que se consolidase el monopolio de la fuerza, aunque no se pueda aplicar el principio de legitimidad, pero sí exista un gobierno (aunque talibán) efectivo que domine a la población estable sobre un territorio concreto tendrá que producirse, de acuerdo con el Derecho Internacional, el reconocimiento de este nuevo gobierno, en un plazo razonable. Hasta entonces habrá que forzar una negociación.

Los enormes errores y, por tanto, el fracaso de la política exterior norteamericana hacen muy difícil que ahora sea el actor que lidere la salida y la relación futura con el gobierno talibán. El principal error de Estados Unidos posiblemente haya sido que para hacer frente al terrorismo se han empleado medios militares. Ello va a exigir que la Unión Europea aplique una política propia, cada vez más autónoma, que en las actuales circunstancias puede y debe tener más aceptación en la sociedad internacional que el liderazgo norteamericano en declive. Es decir, puede pasar como con la pandemia del Covid-19, la cual ha facilitado a la Unión Europea el afianzase como un actor indispensable en la lucha contra la misma, cuando en un principio parecía que iba a ser la “puntilla” de su acción internacional.

Ahora, en el caso afgano se ve con claridad que la solución futura no va a ser de orden militar y, por ello, la Unión Europea está en mejor condición que nadie para poder establecer un nuevo modelo de relación basado en su capacidad política, financiera, de cooperación y Ayuda Humanitaria, ya que es la primera potencia en cada uno de estos aspectos. Le hará falta tomar el liderazgo y que este sea compartido por el conjunto de Estados Miembros y aceptado por el resto de la comunidad internacional.

La forma en que la Unión Europea actúe será la que permita que la opinión pública y otros Estados se inclinen a favor del modelo democrático o del autoritarismo de Rusia y Turquía. No podemos dar por hecho que hemos perdido la partida antes de jugarla o al principio de la misma. Es el momento de exigir a nuestras instituciones comunes que se sigan implicando con una política común compartida frente a la política talibán de ignorar los derechos humanos.

La Conferencia sobre el Futuro de Europa ofrece una oportunidad única para que los ciudadanos, la sociedad civil y las instituciones se manifiesten a favor de esta política común. Para ello será necesario que se hagan y se aprueben propuestas que refuercen la cohesión entre los Estados Miembros, que se defienda una Política Común de Migraciones y Asilo, que se refuercen los instrumentos de Política Exterior Común y de Cooperación y Ayuda Humanitaria, con objeto de que la Unión Europea salga reforzada como consecuencia de un nuevo liderazgo que ponga límites a los desmanes internos e internacionales del gobierno talibán.

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Francisco Aldecoa es presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid y representante de los Eventos Nacionales y la Sociedad Civil en la Conferencia sobre el Futuro de Europa
 

 

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