Portugal contra la Anglotontuna ambiental

 

ukraine eurovision song contest 32357Una jornada de ‘catfishing’. Eso decía el papel presentado al alcalde -de un lugar del que no quiero acordarme- para que lo avalara y apoyara. Una fiesta de pesca del barbo, eso solicitaban. El regidor miró a los solicitantes, miembros de una asociación local de pescadores surgidos de un mundo campesino de una pequeña localidad de Extremadura (España), y les pidió que pusieran la cosa en castellano. No hubo manera.

Ninguno de los peticionarios sabía hablar algún idioma ajeno, pero defendieron su ‘catfishing’ como si fuera caviar. El burgomaestre, resignado, avaló el evento con cara de asco. Así va Europa.

¿Por qué hay tragar cada día misiles y términos anglófonos incrustados en todos los idiomas europeos, variados y ricos en historia y que tienen una amplia gama de vocabulario para decir lo mismo? Es más que absurdo: es una herida mental y cultural que se auto inflige el público.

Mientras los expertos se esforzaron en probar los beneficios mentales del multilingüismo (incluso para prevenir el Alzheimer), una cierta manía ideológica, asociada a la ideología neoliberal más reaccionaria, ha impuesto su obsesión: resulta casi obligatorio decir los términos clave de todo en inglés. Ni siquiera se trata de hablar desde la diversidad o de escribir en inglés, que es una cultura múltiple, estupenda, rica y divertida, sino de salpicar los demás idiomas con gotitas de salsa supuestamente anglófílica.

La inevitable caída de “Martinchú”

Comentario a las elecciones en Renania del Norte-Westfalia

image 1138919 860 galleryfree xtvv 1138919Muchas películas alemanas tienen títulos hermosos, descriptivos: Las amargas lágrimas de Petra von Kant, La repentina riqueza de los pobres de Kombach, El honor perdido de Katharina Blum, por no recordar el teatro de Brecht y su Resistible ascensión de Arturo Ui.

En este caso no hablamos de ascensión sino de caída, caída libre, y el nombre de Martinchú viene de una cita de la posible lideresa del caótico PSOE español. La señora Díaz decía el sábado por la noche, en una entrevista en televisión, con su fuerte acento de Triana, que no de Düsseldorf, que Martinchú era la gran esperanza de la socialdemocracia europea. Lo de los idiomas, como diría Unamuno, es cosa de ellos, sea inglés, alemán o serbocroata. Mientras los dirigentes europeos hablan entre sí en alguna lengua común, Don Mariano, como antes Don José Luis o Don José María, va siempre acompañado por el traductor de Moncloa, ese señor de gafas y de pelo medio largo, que continuamente aparece en medio de las fotos de nuestro líder con algún europeo. Nosotros, a lo nuestro, a hacer campaña con traje de faralaes, en medio de rebujitos, en la Feria. ¡Lo más grande!, que se dice en la bendita tierra de María.

Pero Martinchú, esa gran esperanza, ha caído derrotado por tercera vez consecutiva en regionales frente a la cancillera de Alemania y cancillera de Europa, Angela Merkel. No solo pierde, sino que registra el peor resultado en su Estado natal, donde, tradicionalmente, ha gobernado el SPD, salvo un breve mandato de la CDU. No se puede caer más bajo, dice el diario Süddeutsche Zeitung, de centro-izquierda. Pasa del 39,1% de votos al 31,2. La cancillera gana por tres a cero en el partido de ida, hace muy difícil la remontada y, más aún, conquista el corazón rojo alemán. Los antiguos abstencionistas votan a la democracia cristiana. Y los votos del SPD se van a los liberales del FDP, que resurge de sus cenizas y formará coalición con los de Merkel.

Macron no lo tiene facil, los demás tampoco

Compartido originalmente por periodistas-es.com

macron no lo tiene facilEnmanuel Macron ha sido elegido Presidente de la República (casi el 66 por ciento de los votos). Unos dos tercios de los votantes se han opuesto en las urnas a las incertidumbres que representaba Marine Le Pen (quien obtuvo un 34%, eso sí). Macron ha sido ambiguo en su campaña en muchos temas, pero nada en lo que se refiere a su defensa del euro y de la Unión Europea. No pocos han premiado esa claridad.

Por el contrario, Marine Le Pen fue entre dura y ambigüa. Oportunista. Y eso se vio en el debate decisivo entre ambos, en el que la dirigente del Frente Nacional (FN) se mostró también insegura, dubitativa e inexperta en temas económicos.

Claro que el número de ausentes y otros escépticos –ni peste, ni cólera- ha sido asimismo muy elevado. Quizá un voto de protesta mayor –aunque menos visible- que el que respaldó a la candidata del neofascista Frente Nacional. Así lo declaró de inmediato el candidato de ‘los insumisos’, Jean-Luc Mélanchon: “Marine Le Pen ha sido tercera en esta segunda vuelta, tras Emmanuel Macron, las abstenciones, los votos en blanco y los nulos”.

Geopolítica, misterio y periodismo

Diez años de la desaparición en Portugal de la niña británica Madeleine McCan . Un drama luso-británico.

f1Casi todos los que estaban vivos entonces recuerdan dónde estaban y cómo se enteraron del asesinato de Kennedy, de John quiero decir, no de Robert, su hermano.

Casi todas las personas con las que me encuentro y les digo que estaba en Portugal hace diez años y que seguí el caso abren mucho los ojos y preguntan: ¿Qué pasó? ¿De verdad fueron los padres?

La noticia apareció en la prensa portuguesa en páginas interiores. Desde el primer momento, el Diario de Noticias portugués decía que era una historia mal contada, una historia muy extraña.

Los padres, Kate y Gerry McCann, médicos británicos, pasaban una semana de vacaciones con su hija Maddie y los dos gemelos más pequeños en el Ocean Club de Praia da Luz, un pueblo anodino al oeste del Algarve, una región plagada de bellísimos lugares. Un recinto cerrado. Al norte, el apartamento de los McCann, en la planta baja; enfrente, al sur, a un tiro de piedra, el restaurante donde estaban con varios amigos aquella tarde del 3 de mayo. Los padres habían dejado a la niña en el apartamento junto con sus hermanos.

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