Emmanuel Macron, la revolución desde la élite • El muro de contención contra el populismo

macronNi la Revolución Francesa de 1789 fue del pueblo ni la que ahora empezará el futuro presidente, Emmanuel Macron, procede de los partidos tradicionales. Entrará en el Palacio del Elíseo con los votos, claro está, que él mismo pueda recolectar entre los desencantados de los Republicanos (conservadores) y del ala moderada del Partido Socialista, pero sobre todo del 58% de franceses que “consideran a Marine Le Pen un peligro”.

Por sí mismo, pues, pero también bien aconsejado por sus mentores del Club de la Rotonde, de la Comisión Jacques Attali, de la French-American Foundation o del Club Bilderberg, instituciones todas ellas en cuya discreta intimidad departen los más conspicuos cerebros de la política francesa, el candidato del movimiento En Marche! (Adelante) se apresta a sacudir los adormecidos cimientos de una sociedad que parecía incapaz de renovarse.

Amigo también del presidente saliente, François Hollande, Emmanuel Macron ha transitado en volandas su meteórico camino hacia el Elíseo. Nació en el seno de una familia de la alta burguesía de Amiens y se educó en el elitista liceo que los jesuitas regentan en esa provincia al norte de París.

El voto obrero de Marine Le Pen

lepenBolonia, "Bolonia la roja", bastión tradicional de la izquierda comunista italiana, en las municipales de 2016, la candidata de la Liga Norte alcanzó el 22,19 por 100 de los votos en una continua línea ascendente de este partido en dicha localidad. Simmering, barrio obrero y tradicional feudo izquierdista de "Viena la roja", últimas presidenciales, ganó el FPO con el 42,9 por 100 de los votos: entre sus votantes había obreros locales y también inmigrantes. En Dinamarca, en 2015, el Partido Popular Danés siguió aumentando su porcentaje de voto obrero que supera el 21 por 100 cuando en 1979 era solo del 2. En Finlandia ocurre otro tanto hasta el punto de que Verdaderos Finlandeses se presenta como "el partido de los obreros sin socialismo". En Holanda el Partido por la Libertad, de Geert Wilders, creado en 2006, tras la crisis de 2008 ha ido aumentando su implantación popular, siendo a veces el partido más votado de zonas humildes de localidades como Almere, Onderbanken, Volendam, el puerto de Róterdam...

En Francia, el caso de mayor recorrido histórico y el que más se ha estudiado, el Frente Nacional (FN) es el partido que actualmente obtiene más votos entre los trabajadores, entendiéndose por tal a obreros, mano de obra poco cualificada y clases bajas. En las últimas elecciones departamentales de 2015, el Frente Nacional obtuvo el 35 por 100 de los votos de los trabajadores, mientras que la derecha obtuvo el 31 y la izquierda el 32 cuando esta última tradicionalmente captaba el 70 por 100 del voto obrero, y aún en 1988 el socialista Mitterrand obtuvo el 59 (Libération, 2-11-2016). Cifras que rechaza el periódico comunista L´Humanité apuntando que ese alto porcentaje no es tanto porque los obreros voten al FN sino por la elevada abstención entre éstos: no especifica el porcentaje de abstención obrera, pero afirma que menos de un obrero de cada siete votó FN ("Moins d´un ouvrier sur sept a voté FN en 2015", L´Humanité, 6-2-2017). Opinión refrendada por el candidato izquierdista Jean-Luc Mélenchon quien sostiene que el 60 por 100 de los obreros se abstiene "molestos con un sistema político y mediático que los margina" (Europe 1, 15-3-2017).

Europa en Suma en los actos del 60 aniversario en Roma… y en Madrid.

Roma euroNuestra asociación estuvo representada en la celebración de los 60 años del Tratado de Roma, celebrados en la capital italiana. Y lo estuvo también en la concentración que con el mismo motivo se desarrolló el sábado, 25 de marzo, en la plaza del Callao, en Madrid, que reunió a un grupo numeroso y entusiasta de miembros de diversas organizaciones europeísta, incluidos muchos británicos (agrupados en Eurocitizens), que cuestionan las circunstancias en que se desarrolló el referéndum que condujo al Brexit y reivindican sus derechos como ciudadanos europeos.

Este es el texto del mensaje que, en nombre de Europa en Suma, pronunció su vicepresidente, Enrique Peris, durante el acto celebrado en Madrid.

    Hace seis décadas, varias naciones europeas pusieron en marcha un proceso de unión económica y política: libremente, sin conquistas ni coacciones militares, decidieron unirse en un proyecto común. Se cumplía el sueño de un grupo de europeístas visionarios, gente como Spinelli, Monet, Schuman, y tantos otros, que sabían que la unidad era el único medio de que las naciones de Europa se levantaran de la ruina y la devastación en que las había dejado la Segunda Guerra Mundial y fueran algo en la nueva situación mundial; que tuvieran voz y peso frente a los imperios surgidos del conflicto: Estados Unidos y la Rusia Soviética. Tendrían que hacerlo juntas: por separado, las naciones europeas no tendrían futuro, ni paz, ni prosperidad.

Merkel, de los nervios Y muchos alemanes, también

f0Las Fallas de Valencia, con su habitual ingenio, mostraban este año una cancillera (es femenino en alemán, Busdeskanzlerin), una Merkel cariacontecida, ondeando sin mucho entusiasmo la banderita europea. Tal como está el patio de la Unión, sobre todo tras la salida del Reino Unido, es normal.

Merkel reconocía el pasado mes de febrero que este iba a ser su año más difícil. Lleva 12 años en el cargo, tiene elecciones generales en Septiembre y vive horas bajas por el efecto Schulz, la llegada a la candidatura de la socialdemocracia alemana del expresidente del Parlamento Europeo, al que llaman San Martin, porque ha impulsado al SPD 10 puntos. Ya le iguala en las encuestas, 32 % para cada uno.

Merkel puede respirar de momento. En las recientes elecciones del Sarre, el estado menos poblado de la República Federal, la democracia cristiana de Merkel ha subido notablemente, ha sumado seis puntos y los socialdemócratas se han quedado atascados en el 30.

Pero esto puede ser un espejismo: la victoria de la CDU se ha debido, sobre todo, al prestigio de la presidenta del Estado, Annegret Kramp-Karrenbauer, respetada, incluso, por los que no la votan.

En segundo lugar, el electorado se ha movilizado, la participación ha subido diez puntos, apoyando sobre todo a la CDU, quizá con la intención de frenar un experimento, una coalición entre la socialdemocracia y la Izquierda de Oskar Lafontaine, la agrupación de los disidentes del SPD y del antiguo partido comunista del Este. Un experimento que incluso habría sido peligroso y prematuro para Martin Schulz.

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