“Unidos resistiremos, divididos caeremos”

Carta del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk

Donald tusk

Estimados colegas:

Con el fin de preparar de la mejor manera posible nuestro debate en Malta sobre el futuro de una Unión Europea con veintisiete Estados miembros, y a la luz de las conversiones que he mantenido con algunos de ustedes, permítanme que presente algunas reflexiones que creo que la mayoría compartimos.

Los retos a los que se enfrenta actualmente la Unión Europea son más peligrosos de lo que nunca han sido desde la firma del Tratado de Roma. En la actualidad nos enfrentamos a tres amenazas que no se habían producido anteriormente, al menos a esta escala.

La primera amenaza, externa, está relacionada con la nueva situación geopolítica en el mundo y alrededor de Europa. Una China cada vez más decidida, por decirlo así, sobre todo en el mar, la agresiva política de Rusia con respecto a Ucrania y sus vecinos, guerras, terror y anarquía en Oriente Próximo y África, con un papel importante del Islam radical, así como las preocupantes declaraciones de la nueva administración estadounidense, hacen que nuestro futuro sea sumamente imprevisible. Por primera vez en nuestra historia, en un mundo exterior cada vez más multipolar, muchísimas personas se están volviendo abiertamente antieuropeas o euroescépticas en el mejor de los casos. Especialmente el cambio en Washington coloca a la Unión Europea en una situación difícil, dado que parece que la nueva administración cuestiona los últimos setenta años de política exterior estadounidense.

UE-RUSIA-EEUU: Falsas verdades, intoxicaciones y espías cibernéticos en la “nueva guerra fría”

espias

Vuelve el modelo de noticias de la guerra fría, digamos, “histórica”. Leo sobre la detención de SerguéiMikhailov y Dimitri Dokuchaev, expertos en cibernética del Servicio Federal Ruso de Seguridad (FSB). Supuestamente, habrían pasado información confidencial a la CIA, según la agencia rusa Interfax (citada a su vez por The Moscow Times, TMT). ¿Es eso importante? Yo diría que -al menos- lo parece. 

Mucho antes de la elección de Donald Trump -y antes de que acusaran a Rusia de ingerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses- la Unión Europea llevaba tiempo acusando a los servicios rusos y al Presidente Putin de manejos turbios parecidos. Ahora, ante la noticia proveniente de Moscú, veo que el FSB (heredero de la KGB) afirma que los detenidos por pasar información a la CIA son cuatro y que otros “ocho individuos han sido identificados como cómplices”. Las mismas fuentes (rusas) citadas por TMT dicen que el principal detenido trabajaba “en el corazón” de la ciberseguridad de la Federación Rusa. Junto a los dos ya citados, TMT, que cita al diario Novaya Gazeta afirma que entre los cuatro detenidos (del cuarto no se da nombre) a Ruslan Soyanov, jefe de investigaciones de la ciberdelincuencia). Fascinante. Mientras el mundo discute de la “posverdad” y de las “noticias falsas”, la que precede parece verdadera. Y contribuye a reforzar el espectro o la realidad de esa nueva guerra fría.

Fascismo 3.0

Publicado originalmente en Periodismo Global, la otra mirada

Pretty, Le Pen, Salvini, Wilders. En la foto faltan al menos Farage, Orban, Kaczynski. Son los representantes del nuevo fascismo europeo. Sus santos patronos son Trump, Putin, Erdogan. Ya han vencido antes de disputar las elecciones. Fillon, Rutte, Seehofer, las derechas de siempre, llevan en sus programas lo esencial de las medidas de la ultraderecha.

Fascismo 1.0. Fascismo 2.0. Fascismo 3.0.

El fascismo 1.0, el de los años 20 y 30: el de Mussolini (1.1), ultraconservador y católico; el de Hitler (1.2) revolucionario y autodestructivo; el de los émulos de Mussolini en la Europa del sur y el este, los Franco, Salazar (1.3).

Fascismo 2.0: los nostálgicos del fascismo 1.0 y los pelotones de choque de jóvenes descerebrados, cabezas rapadas, siempre minoritarios, pero con una enorme capacidad de desestabilización.

Fascismo 3.0, el de American First, el del Brexit, el de regreso de los muros a Europa.

Todos los fascismos tienen un hilo conductor común: el miedo y el odio al otro. Hay que leer de nuevo El miedo a la libertad, la obra en la que Erich Fromm analiza, desde una perspectiva histórica y psicoanalítica, las pulsiones que llevaron a la clase media alemana a echarse en manos de Hitler.

Convivir con el diferente no es fácil sin una pedagogía social. Cuando desde los poderes políticos, religiosos y culturales (de un lado y otro) se exacerba la diferencia, el otro es confinado o se autoconfina en un gueto. Eran los guetos judíos de la Europa oriental de principios del siglo XX, o salvando las distancias, son los banlieus franceses. Pero cuando llega un cataclismo social entonces el otro ya no es simplemente alguien ajeno, sino el enemigo a eliminar.

En los 20 y los 30 el cataclismo fue primero la Gran Guerra y después la Gran Depresión. La clase media se entregó a las partidas de la porra, que sintió que la defendía de las masas obreras revolucionarias. Anuladas las libertades, exterminadas las fuerzas revolucionarias, la única manera de lanzar la economía era poner en marcha la máquina de guerra. Y proyectar el odio acumulado contra el otro, judío, gitano, homosexual.

fascismoNuestro cataclismo ha sido una globalización que ha roto el pacto socialdemócrata y ha dejado atrás a las clases populares, un cataclismo con cuenta gotas que se ha exacerbado con la Gran Recesión: paro, precariedad, menores salarios, destrucción de los servicios públicos.

Las políticas europeas han marcado ya al chivo expiatorio. La falta de verdaderas políticas de integración, la política migratorio que prácticamente hace imposible el acceso legal a la fortaleza europea y ahora la negación del derecho de asilo, en palmaria violación de los tratados internacionales, muestran al migrante y al refugiado como un peligro.

A diferencia del fascismo 1.0, el fascismo 3.0 no propone sustituir la democracia por un sistema totalitario. Su pretensión es una democracia nacional, esto es, una democracia sin derechos para los otros, una democracia de identidad, una democracia de valores tradicionales excluyentes, con gobierno fuertes y desaparición de contrapoderes. La democracia de Putin y Erdogan. Una democracia autoritaria, que quiere acabar con lo bueno y lo malo de la globalización, con el cosmopolitismo, con el derecho y las instituciones internacionales.

En Estados Unidos todas las medidas de Trump (que como Hitler hace lo que dice) van en la dirección de esa democracia nacional. Ya veremos si los contrapoderes y la resistencia social le paran.

En Europa si Le Pen ganara la presidencia de Francia, la Unión Europea podría darse por liquidada. Las guerras comerciales que Trump va a desencadenar y la implosión de la Unión Europea podrían ser el verdadero cataclismo de nuestra tiempo. Y entonces las escuadras del fascismo 2.0 serían de gran utilidad a este fascismo postmoderno 3.0. Mientras tanto, inyectan sus políticas excluyentes en nuestra sociedad. Restricciones a la libre circulación, vallas, muros, rechazo del derecho de asilo.

Trump pondrá el mundo patas arriba

China emerge como el adversario predilecto de unos EE UU aliados a Rusia, y una Europa cada día más irrelevante

trump mundo patas arribaLa entronización de Donald Trump como el hombre más poderoso de Estados Unidos, y por lo tanto del mundo, podría compararse a la caída de Constantinopla en 1453. Los historiadores fijan en esa fecha precisa el final de la Edad Media y el comienzo de la Moderna. Con Trump podría establecerse un momento histórico fijo entre el final de la Edad que hemos llamado Contemporánea y la que será bautizada más o menos como la del renacimiento de China y Asia como civilización preponderante.

Antes de jurar su cargo, el 45º presidente de Estados Unidos ha fijado con gran claridad sus prioridades, fijaciones personales y sus pautas futuras de comportamiento. Dibuja un competidor-enemigo en el horizonte: China, a quién se propone cortar las alas de expansionismo territorial y competitividad comercial. Será una confrontación brutal, porque Pekín no va a dejarse intimidar fácilmente. El presidente Xi Jinping tiene también muy claro que su país debe consagrar su liderazgo en Asia, y convertirse de paso en la única superpotencia capaz de confrontar el supuesto poder omnímodo de Estados Unidos. Tampoco se asustan los dirigentes chinos de las primeras amenazas de la futura Administración americana, a la que advierte de “consecuencias devastadoras”.

A Pekín no parece disgustarle tampoco que Trump se cargue el TPP, el Tratado de Libre Comercio entre las dos orillas del Pacífico. Supone que ello le deja vía libre para que China establezca con mayor libertad sus intercambios comerciales con América Latina. Por si fuera poco, el ostensible desprecio que Trump exhibe hacia México, y por ende el poco aprecio que tiene por el continente latinoamericano, ofrece a Pekín una oportunidad pintiparada para hacerse con las simpatías de sus habitantes y aumentar considerablemente su influencia. La pasada gira de Xi Jinping en noviembre se saldó con la firma de numerosos acuerdos por un monto equivalente a los 250.000 millones de dólares.

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