Europa no tiene quién le escriba

Publicado originalmente en www.ahorasemanal.es

europa no tiene quien le escriba

En 1992 Europa pintaba mucho en el mundo, seguramente mucho más que ahora. Sus dirigentes eran conscientes de que se estaba ventilando un determinado modelo de sociedad. Derrumbado el comunismo, solo quedaba elegir entre el capitalismo salvaje que los halcones de la economía norteamericana proyectaban al resto del mundo y los valores humanistas de una Europa que ponía la libertad y la igualdad por encima de la productividad y el beneficio a toda costa.

Acababa de concluir la primera Guerra del Golfo, de la que Estados Unidos impuso una única visión. Lo hizo a través de la CNN, la única cadena de televisión a la que la maquinaria militar y administrativa estadounidense permitió rodar libremente y distribuir a todos los demás medios las imágenes.

Los líderes europeos decidieron contrarrestar el monopolio estadounidense creando su propia cadena paneuropea de información. Hoy, con toda seguridad, aquella iniciativa no hubiera sido posible. Pero en la todavía incipiente Unión Europea se produjo una auténtica conjunción planetaria de dirigentes convencidos de que la UE carecería de un verdadero y decisivo poder si no contaba con grandes medios informativos que transmitieran, educaran y ahormaran los valores del denominado acervo comunitario.

El francés Jacques Delors al frente de la Comisión Europea; François Mitterrand, presidente de Francia; Bettino Craxi, jefe del gobierno italiano, y Felipe González, presidente del gobierno español —todos ellos socialistas—, impulsaron la creación de Euronews, la primera cadena paneuropea de información continua, y la segunda del mundo tras la CNN.

Las emisiones comenzaron el 1 de enero de 1993, coincidiendo con la entrada en vigor del mercado único europeo, el primer gran paso hacia la integración de un continente sacudido por más de dos mil años de guerras, las dos últimas tan mortíferas y letales que envolvieron en su tragedia a todos las regiones.

Rusia: elecciones y conservadurismo del siglo XXI

Victoria esperada de Rusia Unida y baja participación. Más del 52 por ciento de los potenciales votantes de las elecciones parlamentarias rusas no acudió a la cita. Y si acudió fue para apoyar una determinada idea de gobierno. Porque la mezcla de crisis (sanciones económicas del exterior, conflictos de Crimea y Ucrania), más una cierta estabilidad interna, confluyen en un sistema productor de conservadurismo social que beneficia al Kremlin.

rusiaEl partido que respalda a Vladimir Putin (RU) obtuvo en torno al 54 por ciento de las papeletas electorales  de las listas partidarias, a las que habrá que sumar los que sean elegidos individualmente (sistema de voto mayoritario) en 225 distritos. Por el momento, entre los 14 partidos que compitieron electoralmente, además de RU, únicamente el Partido Liberal Democrático de Vladimir Zhrinovski (aquel ultraderechista excéntrico), el Partido Comunista de la Federación Rusa y el Partido Rusia Justa, obtuvieron porcentajes (entre el 15 y el 8%) que les permiten tener representación. Esos tres partidos responden conscientemente al concepto de “oposición leal”, en la que se mezclan los comunistas de Guennadi Ziugánov y los ultranacionalistas de Zhirinoski. Los demás, por el momento, quedan fuera de la Duma, aunque puedan obtener algún parlamentario aislado en la elección individual.

Declaración de Bratislava del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo

Bratislava: cómo relanzar Europa

  • Aunque existe una gran mayoría europeísta, a la vez hay una gran desafección respecto al proyecto europeo, en el que no han visto soluciones reales a los problemas reales.
  • Hay algo que es más peligroso aún: la pérdida de liderazgo y la fragmentación política en el seno de la Unión. Fenómenos disgregadores, como podemos encontrar en Cataluña o en Escocia, encuentran una parte de su capacidad de movilización en el proceso de debilitamiento de la energía integradora de Europa.

bratislava

Es tan fuerte la crisis por la que atraviesa la Unión Europea que está poniendo en riesgo el proyecto supranacional más potente e integrador que nuestro continente ha conocido a lo largo de la historia del primer mundo.

No es de extrañar que haya tomado carta de naturaleza el debate "sobre el futuro de Europa", desencadenado definitivamente por la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión. Para ello se supone que se reúnen este viernes en Bratislava 27 Jefes de Estado y de Gobierno. Todos los miembros de la Unión menos el que se quiere marchar. Presidirá la reunión informal Donald Tusk, que está haciendo un planteamiento centrado monográficamente en la Seguridad: exterior, interior y económica. Como si eso, sólo eso, fuera el remedio para los males de la Unión.

Por su parte, el Parlamento Europeo ha debatido dos documentos (los ponentes son Bresso, Brok y Verhofstadt), en donde predominan las reformas jurídicas e institucionales, pero no tanto las cuestiones de fondo.

Ambos enfoques son apreciables aunque limitados. No responden suficientemente a lo que los ciudadanos y ciudadanas europeos perciben de Europa. Aunque existe una gran mayoría europeísta, a la vez hay una gran desafección respecto al proyecto europeo, en el que no han visto soluciones reales a los problemas reales: la crisis económica crónica, la desigualdad entre personas y entre países, el terrorismo, las migraciones económicas y de refugiados.

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