El muro ¿Qué celebramos?

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El segundo canal de la televisión pùblica alemana, ZDF, emite un programa bastante cutre, Wetten, Das…? que es el formato nacional del ¿ Qué apostamos? internacional, en el que, por ejemplo, un granjero con los ojos vendados reconoce a sus vacas por el sonido que producen al masticar manzanas.

Pero la pregunta que se impone en estos días de noviembre no es esa sino ¿ Qué celebramos? Me refiero a lo de la caída del muro.

Yo no viví en directo “la noche más hermosa “. Estaba, por desgracia, en Atenas cubriendo unas elecciones griegas que anunciaban ya el fin de la era Papandreu y lo que iba a venir. Miraba con envidia en la TV el follón enorme que se había montado en la RDA con la salida masiva de gente por las fronteras abiertas, vía Checoslovaquia y Hungría, hacia el oeste.

Pero unos meses después era corresponsal en Alemania y me acerqué con mi equipo en el primer aniversario del acontecimiento más importante de las últimas décadas al lugar donde el muro se había hecho permeable, el Bornhomlerbrücke, donde la presión de la gente que se había agolpado ante el anuncio confuso de Günter Schawobski de que se podía viajar al oeste, había obligado a la hasta entonces temible y temida Volkspolizei, la policía de pueblo, a levantar las barreras para que los ossis, los del este, pasaran en masa al oeste. Todo convenientemente magnificado por la televisión alemana, la del oeste, que se veía perfectamente al otro lado del muro.

Y aquella noche fría y húmeda del primer aniversario, no había absolutamente nadie, ni en ese lugar, ni en otros puntos del muro. Ni alegría, ni botellitas de champaña, ni cánticos regionales. Nada, absolutamente nadie. Un silencio de muerte. Y un año después, exactamente igual. No había mucho que celebrar.

Esa noche mientras volvíamos a nuestra oficina a las diez de la noche por las calles de un Berlín Este profundamente triste, con fachadas renegridas, que no se habían tocado desde el año 45, pero que ahora ha sido tomado en masa por el pijerío del oeste, escuché un documento sonoro emitido por la radio occidental, que desconocía. Eran las conversaciones captadas de los vopos del este en aquella gloriosa noche. Un policía de fronteras avisa al teniente Hartmann de que varios cientos de personas están intentando asaltar el muro desde el oeste. El oficial pide calma a la espera de órdenes. Media hora más tarde el vopo vuelve a llamar al teniente y le dice que ya hay miles de personas.

Ucrania, la Europa incierta

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Petro Porochenko confirma la victoria de una mayoría que se aleja de Rusia; pero si sólo los ingenuos creyeron que Maidan albergaba la certidumbre del progreso europeo, de nuevo la esperanza puede ser dañina.

La guerra se estabiliza (aunque disminuya de intensidad) en el limes de choque entre los imperios: Washington-Bruselas, por un lado; Moscú, más allá. Nuestra Roma contra su Constantinopla.

No sé si la Unión Europea ha avanzado en estas elecciones, pero la unidad de Europa -entendida en sentido amplio- parece lejos, más lejos que hace año y medio o dos años. En las listas electorales del domingo abundaban los cuadros de los combatientes, de las facciones de “voluntarios”. Yuly Mamchur, coronel que rechazó abandonar su posición en Crimea, por ejemplo, ha tenido su lugar al sol en la lista del presidente Petrochenko. Éste rebajó su prédica más militarista, a medida que sus fuerzas perdían sobre el terreno ante los prorrusos (y rusos, de manera apenas encubierta). De modo que para evitar mostrar ese paso atrás, en los debates electorales se ha tendido a relativizar o se ha tratado de evitar mencionar lo que sucede en las provincias del Este. Hay menos choques, eso sí; pero tampoco se ha hablado demasiado de esas quiebras del alto el fuego firmado (forzado por las circunstancias) por Porochencho. Éste ha podido mantener así una cierta imagen de conciliador y unificador.

Vuelve Sarkozy: duelo de navajas en la derecha francesa

Publicado originalmente en ZoomNews
  • Sarkozy tiene sus principales adversarios en quienes fueron sus principales colaboradores durante su anterior mandato presidencial
  • Solo un milagro puede hacer que el Partido Socialista reviva y presente batalla antes de las próximas elecciones , en especial el que fuera primer ministro, Dominique de Villepin.

 

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En apenas dos meses, el próximo 29 de noviembre, el centro-derecha de la Unión para un Movimiento Popular (UMP), hoy el principal partido de la oposición en Francia (199 diputados de los 577 con que cuenta la Asamblea Nacional), elegirá a su nuevo líder, es decir al candidato a ocupar el Palacio del Elíseo en 2017. Una cita que pretendía en principio mostrar la renovación, en personas e ideas, de una formación llena de heridas internas a raíz de la ajustada derrota del anterior presidente Nicolas Sarkozy frente al socialista François Hollande (51,63% contra 48,36%). Sarkozy ejerció sus cinco años de presidente con mano de hierro. No es en vano que hubo de sobreponerse antes a todas las trampas que le tendió su antecesor, Jacques Chirac, secundado por otros ambiciosos aspirantes a sucederle, en especial el que fuera primer ministro, Dominique de Villepin.

Verano del 14: Ucrania

Publicado Originalmente en Periodismo Global, la otra mirada.

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Este verano del 14 la guerra ha vuelto a Europa. En la frontera con Rusia se desarrolla un conflicto que en parte reedita las luchas de la I Guerra Mundial, pero que, sobre todo, tiene paralelismos con las crisis que precedieron al gran estallido de 1914.

Ucrania, la frontera (pues esa es su etimología, común en los idiomas eslavos) es un territorio geográficamente dividido por el río Dniéper, más alla de cual, al este, se extiende la inmensa estepa. En el siglo IX el Rus de Kiev fue el primer estado que unificó a las distintas tribus eslavas de lo que hoy son los territorios de la Rusia europea, Bielorrusia y Ucrania. En este sentido, los nacionalistas rusos consideran a Kiev como su capital original y espiritual. En la edad moderna, Ucrania se convirtió en una de las zonas de fricción del imperio de los Habsburgo, del reino de Polonia, el imperio ruso y el imperio otomano. A partir del siglo XVIII Ucrania queda progresivamente anexionada a Rusia, pero con regiones del sureste (Galitzia) en poder del imperio austrohúngaro.

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