Renzi/Italia y Ucrania: dos crisis de Europa

audije1 “La crisis, pues sí, es seria; pero no es grave”. Mi amigo y colega Antonio Vellutto, me citó una vez esa sabia respuesta (creo que de Andreotti) a un periodista que le preguntaba si la crisis de gobierno era “grave”. La política italiana siempre me produce una mezcla de fascinación, de proximidad personal, que tiene que ver con la historia del país latino-europeo de nuestros orígenes. También de repulsa por detalles que –tardíamente- se descubren sórdidos, pero que casi nunca proceden de la mediocridad intelectual. Ahí aparece Matteo Renzi. Ha recibido “el encargo” de formar nuevo gobierno por parte del venerable presidente de la República, Giorgio Napolitano. En la distribución de papeles de la democracia parlamentaria que es Italia, Renzi será Capo del governo (es decir, Presidente del Consiglio dei Ministri), que los anglosajones traducen como prime minister. Es seguramente una mala traducción porque no estoy seguro de que ambas culturas políticas (la de Londres y la de Roma)  se refieran a lo mismo. Trayectoria y estilo Renzi En Italia, lo blanco y lo negro terminan siendo lo que son: puntos extremos de una transición grisácea. Ahí surge el electrizante, ambicioso, Renzi. Lo llaman Renzusconi porque –como Silvio Berlusconi- está primero él y luego él mismo. Habla mucho de compromiso personal y le encanta aparecer en los medios. Coquetea con la ideología sin escapar al oportunismo del momento y prepara bien la frase del día para los titulares: “Pronto a dialogare ma col coltello fra i denti” ha sido uno de las más impactantes. Dispuesto a dialogar, pero con el cuchillo entre los dientes. Todo un programa. Renzi tiene 39 años recién cumplidos (el 11 de enero), ha dejado de ser alcalde de Florencia, puesto al que llegó con la izquierda, y es Secretario General del Partido Democrático (que no lo olvidemos, integra parte de los restos del entrañable Partido Comunista Italiano). No obstante, los orígenes de Renzi son más bien democristianos (en el Partido Popular Italiano, que brotó de la quiebra de la Democracia Cristiana, también histórica). Es católico de misa dominical. Su trayectoria es tan fulgurante que tiene detalles para inquietar a unos y otros. Ha promovido una cierta rehabilitación de Berlusconi, para pactar una nueva ley electoral con él (y no sabemos qué más), sin dejar de dialogar con Angelino Alfano, creador del Nuevo Centroderecha, que a su vez dejó caer a su amparo político, es decir, al mismo Berlusconi.

 

El objetivo debe ser el reparto, no el crecimiento.

Una conferencia del sociólogo Zygmunt Bauman.

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Cuando yo era joven, cuenta Zygmunt Bauman, escuchaba que la desigualdad era positiva, que los que tenían más iniciativa movían la economía y creaban puestos de trabajo.

Hoy, varias décadas después, apunta del veterano pensador polaco, no hay señales de que eso funcione. Realmente estamos en un estado de devastación moral ¿Por que pasó esto?, se pregunta. Lo que ha sucedido, asegura, no era inevitable, se debe a las decisiones que tomamos en el pasado.

Tanto los políticos como los medios de comunicación insisten en que la solución a todos los problemas está en el incremento del sacrosanto PIB. Pero unos y otros se olvidan que hay que hacer frente a los problemas sociales, a la redistribución de la riqueza. Y pone un ejemplo. En la década de los 70 del siglo pasado se encontraron los yacimientos de gas y petróleo en el Mar del Norte. En el Reino Unido se favoreció a las empresas y a los poderosos y de esa riqueza hoy no queda ni rastro. En Noruega, sin embargo, se creo un fondo social para el futuro, de manera que los nietos de los jóvenes noruegos de hoy tendrán un sistema social justo, educación gratuita, libertad y seguridad.

Por unas elecciones para votar un verdadero gobierno europeo

Manifiesto elaborado por los tres expresidentes españoles del Parlamento Europeo

Europa está viviendo momentos decisivos para su existencia conforme al proyecto histórico y al espíritu que animó a nuestros Padres Fundadores, cuya esencia reside en la superación de los particularismos, la cooperación para hacer frente a los retos del futuro , la defensa de la libertad, la democracia, el imperio de la ley y la solidaridad,

En este año en  que la Unión promueve la Ciudadanía Europea, hacemos un llamamiento  a los 500 millones de conciudadanos europeos de los 28 Estados que componemos esta Comunidad Política para que  renueven su convicción en la Unión Europea, porque es la única solución a los padecimientos que arrastramos tras seis años de la mayor crisis sufrida desde su fundación.

Los más de 25 millones de europeos sin trabajo, entre los que hay una generación de jóvenes, que, aun estando cualificados, no encuentran empleo, necesitan no sólo esperanza sino la solución pronta a esta indignante situación. No podemos tolerar que se extienda por más tiempo la pérdida de valores que hacen posible una convivencia en libertad, justicia e igualdad.

Las respuestas que hasta la fecha han dado las instituciones europeas, constituyendo pasos importantes, no son suficientes y,  sobre todo.  no son lo rápidas que requiere la situación para solucionar los problemas de los ciudadanos. No podemos perder el futuro en un mundo que cambia a velocidad digital mientras nosotros lo hacemos al ritmo burocrático del siglo pasado.

Debemos recuperar, en primer lugar, el legítimo orgullo de haber puesto en marcha un proceso histórico de convivencia reconocido con el Premio Nobel de la Paz y de haber superado la división europea derribando el vergonzoso muro que condenaba a muchos de nuestros países a la tiranía.

Sin prepotencia alguna, es legítimo el orgullo de haber derribado fronteras, de tener una moneda común y de contribuir de modo muy importante a la ayuda de los más desfavorecidos de nuestro planeta.

Para ello es necesario demostrar al mundo que la Unión nos hace más fuertes, que la práctica de nuestros valores puede superar, las amenazas del populismo, los riesgos que suponen las propuestas de secesión de nuestros Estados y las amenazas de los radicalismos extremistas que minan la convivencia y arrastran a los más jóvenes a la violencia, y, también, la situación de atonía, paro y desesperanza, mediante el impulso de  la necesaria recuperación.

Extracto del discurso apertura curso académico 2013-2014 del Colegio de Europa

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En 2013 se conmemora el sexagésimo-cuarto aniversario de la primera promoción del Colegio de Europa. Y para realzar tal efemérides me pareció sugerente volver la vista atrás y recordar a aquel gran europeísta que fue el promotor  y uno de los fundadores de este Colegio. Me refiero a mi compatriota, D. Salvador de Madariaga.

Nacido en 1886 -el mismo año, por cierto que Robert Schuman- Madariaga fue un pensador profundamente comprometido con Europa. Pero no con cualquier Europa, sino con aquella que se alzó sobre los escombros de una terrible guerra y comenzó su andadura a partir de la Declaración de 1950.

Una Europa asentada en la reconciliación franco-alemana para salvaguardar la paz en nuestro continente. Una Europa sustentada en un sistema político fundado en los principios de libertad, tolerancia, pluralismo y respeto a los derechos fundamentales. Una Europa basada en la economía de mercado como fuente de crecimiento, progreso y bienestar.

Una Europa como unidad de base cultural cuya identidad surgió de la confluencia de dos grandes tradiciones: la socrática, que exigía libertad de pensamiento y la cristiana, que demandaba respeto para la persona humana por el solo hecho de serlo.

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