La huella socialista en la hoja de ruta europea

Si algo hemos aprendido de la pandemia es que las sociedades deben estar preparadas para salvar vidas. En el caso de la Unión Europa, para que sea capaz de reaccionar con mayor rapidez y eficacia ante otra posible crisis, sea sanitaria, económica o social, necesitamos hablar de nuestro futuro.

Iratxe García 630x354Antes de que estallara la crisis de la Covid estaba previsto poner en marcha una Conferencia sobre el Futuro de Europa, a través de la cual reflexionar sobre cómo queremos seguir avanzando y afrontar los retos. Se tuvo que aplazar, pero el pasado 9 de mayo, Día de Europa, fue la fecha señalada para dar la señal de salida.

Es el momento de salir de la burbuja de Bruselas y dar voz a la ciudadanía para avanzar hacia esa Europa más inclusiva, más justa, más sostenible y más feminista que nos están reclamando. Esto pasa por un renovado concepto del poder, por repensar la democracia representativa, e introducir un cambio de mentalidad en las instituciones europeas. Esta transformación debe tener reflejo en la estructura de la Conferencia, para que la asamblea plenaria no se convierta en otro escenario en el que los y las dirigentes hablemos entre nosotros. Por el contrario, debe ser un foro en el que se escuche de manera abierta a los ciudadanos y ciudadanas, los verdaderos protagonistas, y para ello cuentan con numerosos canales de participación y plataformas digitales a través de las cuales hacernos llegar sus reflexiones y propuestas.

Pero es imposible arrancar la Conferencia del Futuro de Europa sin volver la vista a un año de pandemia y sus graves consecuencias. Por ello, de esta experiencia que nos ha afectado a todos y a todas quiero sacar tres lecciones que pueden ser muy valiosas para esta Conferencia.

En primer lugar, la discrepancia entre lo que la ciudadanía espera de la Unión Europea y lo que esta puede ofrecer. Como indican los Eurobarómetros más recientes, es una buena noticia que la ciudadanía confíe en las instituciones comunitarias, pero estas no siempre tienen las competencias o la capacidad para actuar.

Este debería ser el primer objetivo de la Conferencia: identificar cuáles son las prioridades de la ciudadanía, lo que espera de la UE y qué recursos son necesarios para actuar y hacerlo de manera eficaz.

Un ejemplo de eficacia lo encontramos en la aprobación el pasado año del Fondo de Recuperación y Resiliencia para Europa, donde el Gobierno de España jugó un papel clave. La UE demostró que era capaz de hacer frente a las crisis y aprovechar para salir más fortalecida, en este caso, avanzando en cohesión social, digitalización y en la lucha contra el cambio climático. Pero ahora toca ejecutar con eficacia el Plan.

En segundo lugar, con la crisis hemos visto que el deterioro de los servicios públicos tiene un coste muy alto, y que los aplausos no bastan para avanzar en sociedades justas y cohesionadas. Para corregir demasiados años de políticas centradas en recortes, liberalización de mercados y devaluación de los servicios públicos, ahora es esencial potenciar el Pilar europeo de Derechos Sociales. La ciudadanía europea lo está reclamando y solo nuestra familia política, unida bajo las siglas de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo y del PES, tenemos la experiencia, la visión y el liderazgo para impulsar este pilar. Para ello, contamos con el apoyo de la sociedad civil, los sindicatos y todas las voces progresistas de la sociedad.

La tercera lección tiene que ver con las tensiones internas entre el Este y el Oeste, el Norte y el Sur de Europa. Prejuicios latentes y percepciones de superioridad o inferioridad se han evidenciado más de una vez durante esta crisis. Es hora de abordar esta brecha con sinceridad para superarla. Es parte esencial del cambio de mentalidad que necesitamos: para dejar de pensar en los países fundadores y en los “nuevos”. Todos somos copropietarios del proyecto. Esto significa también ir a las regiones, lejos de las capitales, ir a las fronteras de Europa y a todos los barrios.

Los socialistas hemos insistido a lo largo del proceso de diseño de esta Conferencia en implicar estrechamente a los parlamentos nacionales y a todos los niveles de la administración, entre ellos, los ayuntamientos, que tienen un papel clave por su cercanía a las personas. No debemos tener miedo a ser flexibles, a dejarnos llevar en este proceso sin prefijar el resultado, ni siquiera la fecha de cierre, porque de este proceso inclusivo deberá salir la hoja de ruta para la Unión Europea de los próximos años. Solo así, contando con la máxima participación de todos los sectores de la sociedad lograremos renovar y consolidar el proyecto europeo, y al mismo tiempo hacernos más fuertes frente a los movimientos populistas y eurófobos que amenazan nuestros derechos y libertades.

Una hoja de ruta en la que la huella socialista sea profunda y esté recorrida por los valores por los que siempre hemos peleado, como la justicia social, la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad y la solidaridad.