Miles de candidatos cambiantes a la busca del voto esquivo.

Las elecciones en Italia en la tertulia de Europa en suma, con Pablo Ordaz, ex corresponsal de El País en Roma y Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Comillas.t1 4

Italia es un país hermoso como pocos, su Historia, el legado de Roma, del Renacimiento, el incomparable diseño actual, la ropa, los automóviles más bellos, pero prácticamente ininteligible en lo político, visto desde fuera.

El título de la famosa obra de Pirandello (Seis personajes…) se queda corto cuando se afronta la política italiana. No hay corrientes, socialdemocracia, democracia cristiana o liberales, como en otros territorios. Hay Forzas, Ligas o Estrellas, que enmascaran a la derecha, al nacionalismo o la queja. Es una cadena interminable de nombres, de figuras, que cambian de chaqueta continuamente, algo muy fácil en Italia porque, insistimos, fabrica los textiles más hermosos.

De mil políticos, en los últimos años, nada menos que un tercio ha cambiado de formación. En cinco años que he estado en Italia he visto cinco primeros ministros y dos presidentes de la República, asegura Pablo Ordaz.

La situación de uno de los grandes de Europa, firmante del Tratado de Roma, no es muy optimista. La deuda es del 135%  del PIB, la economía está atascada, el sistema bancario es frágil y el populismo crece.

Ya en los tiempos del Pentapartito, la situación era muy compleja cuando se intentaba explicar la riqueza política italiana: centro-derecha laico, centro-derecha religioso, centro-izquierda religioso, centro-izquierda laico, etc. Hasta que llegó la explosión de los grandes partidos, la vecchia Democracia Cristiana, de grandes cínicos como Andreotti, trufada de corrupciones mafiosos y religiosas y la del viejo y glorioso Pichí. Para complicar las cosas, llegó un clown, Berlusconi y después otro, éste de verdad, Grillo.

t1 1Es un escenario de fragmentación, afirma Andrea Betti, siempre hay muchos partidos, pero ha cambiado la correlación de fuerzas. En los años 90, cuando Forza Italia ganaba las elecciones, seguía siendo europeísta, pero esto ha cambiado con el apoyo a la nacionalista Liga, ahora sin Norte, debido a la crisis.

Si ganara Forza Italia, integrada en una coalición de partidos de centro-derecha, añade el profesor, estaría muy influida por sus socios de la Liga, que hoy es un proyecto sobre todo nacional, a la manera del Frente Nacional francés.

De momento, los sondeos sitúan a los populistas de Cinco Estrellas en primer lugar, con cerca del 30%, seguido de Forza Italia con el 18 y la Liga con el 14. Por el centro-izquierda, la alianza de Renzi, el Partido Democrático y una ristra de pequeñas formaciones, estará en torno al 28%.

Pero hay un 40% de indecisos, y es totalmente imposible imaginar que coalición puede gobernar el país en los próximos años.

El magnate televisivo está inhabilitado para ejercer cargos públicos  hasta el año próximo por fraude fiscal. Integrada en su fuerza tripartita está la nueva formación Hermanos de Italia, ultraderechista, descendiente del neofascista MSI, con una lideresa a la cabeza, Giorgia Meloni, que aspira a ser primera ministra, aunque su formación no parece que pueda obtener más del 5% de los votos.

t1 2Hoy, la única opción europeísta es el centro izquierda, dice Ordaz, pero está desgastado por cinco años de gobierno. Hay un lío enorme en la izquierda, por supuesto, pero ¡menos mal que no ha habido muertos!, añade. Renzi llegó con la idea de acabar con la vieja clase política, con un programa reformista de izquierdas, pero ¿qué es hoy la izquierda?, se pregunta el periodista.

La tercera opción, Cinco Estrellas, es populista, y no digo esto de manera escéptica o crítica, asegura Betti, sino que es una alternativa transversal que recoge la frustración de amplias capas de la población. No es comparable con Podemos, que es más de izquierdas. El problema de Cinco Estrellas, añade, es que es un movimiento nuevo, que no tiene experiencia política, y es difícil que lleguen al gobierno porque no quieren aliarse con nadie

La clave, estima Pablo Ordaz, estará en el diálogo entre Renzi y Berlusconi. El primero necesita poder, y el segundo, mantener su capacidad de influencia. Quizá Berlusconi lo que busque es limpiar algo su epitafio político. Ha hecho recientemente una gira por Europa para intentar mejorar su imagen.

En Italia hay un creciente sentimiento antieuropeísta que no se registra en España, afirma Betti. Se intenta echar la culpa de todo a Bruselas o a Roma. Como en el viejo dicho italiano: ¡Piove! ¡Porco governo! Es decir, si llueve, la culpa  la tiene el gobierno. Aunque esta aguda reflexión debe ser propia de los países meridionales, porque aquí, si nieva en invierno, la culpa también la tiene el gobierno.

t1 3Hace poco encontré un libro, Basta Italia!, de Marco Della Luna en el que se relata manera detallada la trama de lo que llama el autor el Estado-mafia. Dice que hay políticos, jueces, dirigentes económicos que son, o aparentan ser, buenas personas pero que el problema es la trama. No existe el mafioso, sino la mafia, la conexión oscura entre los distintos poderes.  

Claro, se intenta culpar a otro de todos los males, dice Andrea Betti. Por ejemplo, se dice que en la Campania, la mitad de la economía está en manos de la Camorra, pero creo que esto es una exageración académica para intentar buscar disculpas, para justificar por qué no funciona el país. 

Si difícil es explicar la situación política, igual de complejo es tratar de aclarar la identidad del país que nació con la unificación de 1861 en torno a la casa de Saboya, con fuerte apoyo británico como explican los historiadores, para crear una potencia en el sur de Europa como contrapeso a Francia y al eje germano-austríaco.Un mosaico con algunas tensiones separatistas, donde las regiones ricas como el Véneto y el Alto Adigio arrebatado a Austria, o el valle industrial del Po amenazado por la globalización, conviven con regiones míseras, abandonadas, como Calabria, una Campania camorrista y una Sicilia inexplicable pero mágica o precisamente mágica porque es inexplicable. Como cuenta la magistral Il Gatopardo todas las esperanzas puestas en la unificación, en la democracia, en la igualdad, quedaron frustradas poco después.

Para complicar las cosas está la ley electoral que cambia cada pocos años y que intenta dar voz a las formaciones más pequeñas. Yo lo he pasado muy bien en Italia, comenta Ordaz, menos cuando he tenido que intentar explicar la ley electoral, un sufrimiento…

El resultado es imprevisible pero lo que está claro es que salga el gobierno que salga tendrá menos implicación en la construcción europea, coinciden los dos ponentes de la tertulia.

Resumen final de la complejidad italiana. Roma, dice Ordaz, es la única ciudad del mundo capital de dos estados. Uno cree en Dios y espera algo. El otro es el Vaticano.

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