Lo “Verde” como etiqueta electoral

La tertulia de Europa en suma sobre las próximas elecciones al Parlamento con Florent Marcellesi, eurodiputado de Los Verdes Europeos

Lo “Verde” vende. El Sistema es muy inteligente.  Durante años, tanto el gobierno alemán como Bruselas sabían que las grandes marcas alemanas del automóvil habían trucado los vehículos con motores diesel para que pudieran pasar los controles de emisiones. En marcha contaminaban. En parado, en la ITV, no.

El escándalo, el descrédito, ha sido fenomenal. Seguramente habrá indemnizaciones millonarias para los que fueron engañados.

Pero el Sistema, y lo escribo con Ese mayúscula, ese complejo entramada político-económico- financiero- empresarial, que sobrevuela sobre las cabezas de los modestos ciudadanos y votantes es, repito, muy inteligente. Han descubierto la salida: lo “Verde”, lo limpio, lo ecológico. Y no es su que sean ecologistas, sino  que así venden mejor el producto dañado.

Ahora, a todos los fabricantes les ha dado por presentar decenas y decenas de modelos “limpios”, eléctricos. Pero el vehículo eléctrico cien por cien solo puede ser utilizado por una minoría que tenga garaje en casa. No existe una red de cargadores en las calles, donde aparca la inmensa mayoría de usuarios.

Y no nos podemos imaginar al conductor/a que a las siete de la mañana espera una hora en la electro-gasolinera para cargar las pilas. Es inimaginable ver cargadores en las plazas de aparcamiento callejeras por la fortuna que supondría su instalación y, más importante, habría que multiplicar varias veces la potencia instalada para abastecer en España a los 30 millones de vehículos que circulan. ¿De dónde saldría toda esa energía? Misterio.

Así que el marketing reacciona rápidamente y saca cada día nuevos modelos “limpios”. Tomemos un ejemplo: un brutal todo terreno de 400 CV, porque es brutal entrar en la ciudad con eso, que gasta 16 litros a los 100 km, que poseen los miembros y miembras de las clases privilegiadas y que viven en los suburbios, según el modelo USA. Se le pone un pequeño motorcito eléctrico y una batería extra, con lo que gasta 15 litros, uno menos, y ya es  “híbrido”, es “limpio” y se le coloca la etiqueta ECO  y puede circular por Madrid central.  El mío, un viejo modelo con catorce años, gasta 6, pero es “sucio”. No es un chiste malo, sino la realidad.

Lo verde sería lo ideal. De hecho, todos los partidos, desde que surgieron en Alemania los ecolo-pacifistas de Los  Verdes, han incluido en sus programas propuestas para la protección del medio ambiente. Hasta el logo de VOX es verde.

¿Y que proponen los Verdes de verdad?

f2La gente en Europa, y sobre todo los jóvenes, afirma Florent Marcellesi, da por sentadas la paz, la prosperidad y la democracia, pero tenemos, por ejemplo, la crisis económica que sacude a los más pobres. La paz está en peligro, porque están en auge los movimientos de ultraderecha. El panorama, por tanto, no es muy halagüeño. Los Verdes Europeos, que subirán en estas elecciones, se presentan como respuesta a las grandes formaciones europeas, la democracia cristiana y la socialdemocracia, que han mantenido durante décadas un status quo. Este pacto histórico no responde a los grandes retos que tenemos, a la ultraderecha, por ejemplo. Es necesaria una respuesta ecologista y democrática, dos temas que no se han abordado en los debates  en los distintos Estados de Europa.

En segundo lugar, afirma el eurodiputado, los partidos solo han tocado de pasada el cambio climático, el mayor reto que tenemos en este momento como Humanidad; hay una emergencia climática  y es necesario llevar a  cabo una transición ecológica, que no es para las generaciones futuras, sino para hoy mismo. Los próximos refugiados, sostiene, lo serán por el cambio climático; incluso hoy, la mayor razón para la emigración es el cambio climático.

(Un inciso: nadie habla de la explosión demográfica en África, quizá por la corrección política; es un tema tabú,  una natalidad, quizá excesiva, en comparación con una natalidad muy reducida, quizá, en nuestra querida Europa)

Hay que acabar con el carbón, sigue diciendo Marcellesi,  hay que potenciar las energías renovables y hay que cambiar el modelo agrícola. La PAC tenía como objetivo alimentar al continente, pero hoy es una máquina de generación de excedentes, de destrucción del clima, de marginación a los pequeños agricultores y de maltrato a los animales. Es necesario cambiar el sistema mundial de comercio, añade, que no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para que vivamos mejor. Cualquier acuerdo sobre el comercio debería tener en cuenta los acuerdos de París sobre el clima.

Más tajante, Marcellesi afirma que el crecimiento económico como lo hemos conocido hasta ahora se ha acabado Tenemos que tener en cuenta que ese crecimiento no es bueno para el clima.

Nos hemos empezado a plantear que sería una Europa sin crecimiento, hay que evolucionar hacia una Europa sostenible y justa, propone Marcellesi. Los chalecos amarillos franceses son un ejemplo de la reacción de las clases medias contra la subida de precio del combustible, porque la gente de las periferias depende del automóvil.

(Otro inciso: no hay que plantear el crecimiento cero, porque, a lo peor, lo tenemos a la vuelta de la esquina, no porque lo propongan los políticos, sino porque llegue. En Alemania, la locomotora europea, el semanario Der Spiegel titula el número de esta semana: Los años de las vacas gordas se han acabado. La economía alemana, la locomotora europea anclada al acero y al automóvil, se ha dormido. China y los EEUU son hoy los gigantes tecnológicos)

f7En la tertulia se ponen los puntos sobre las íes: los políticos, dice un participante, no avanzan en la lucha contra el cambio climático, simplemente porque perderían votos

(Inciso número tres: Pedro y Pablo, no los padres fundadores del cristianismo, sino los posibles socios de un futuro gobierno, no han hablado del cambio climático en la campaña electoral, quizá porque ellos no predican con el ejemplo. Pedro, porque coge un avión, además oficial, para mover las caderas en la playa, y Pablo, porque ha pasado de vivir en un lugar desde donde podía acceder al Congreso a vivir a cincuenta  kilómetros, con lo que cada día contamina a los pobres que viven/vivimos en el casco urbano, mientras él busca aire limpio para su prole)

Volviendo al tema de las elecciones, Europa debe ser no solo federal, sostiene Marcellesi, sino solidaria. En el tema de la emigración, precisa, Bruselas tenía unas propuestas correctas, pero los Estados miembros no las aplicaron.

Al final de la tertulia se expresan más dudas: la gente no va aceptar la propuesta de frenar el crecimiento. Segundo,  los refugiados no huyen por el cambio climático, sino porque buscan bienestar y crecimiento.

Leo en la prensa de Alemania, el primer país de la Unión por población y PIB, que, a pesar de que las próximas elecciones son muy importantes porque se trata de decidir  si vamos a más unidad o a reforzar los Estados nacionales,  los partidos políticos no ponen el futuro de Europa al frente de sus prioridades. Y en cuanto al clima en un momento en el que, entre otras cosas, hay un millón de especies amenazadas, entre ellas la nuestra, no hay propuestas concretas, reales de los partidos para cambiar el modelo de vida.

La vociferante y mediática moda de los niños que proponen no volar para salvar el planeta estaría muy bien porque así dejaríamos de escuchar el nuevo sonido de Europa: el de las ruedecitas de las maletitas de los viajeros de finde por todas las ciudades del continente. Pero los  vuelos suponen un 2% de las emisiones de dióxido de carbono y la construcción dobla la cifra. ¿Deberíamos dejar también de levantar edificios y viviendas?

Ah, son muchas las preguntas y pocas las respuestas.