Integración o desintegración de la UE.

El debate en Europa en suma sobre las próximas elecciones europeas, con los expresidentes del Parlamento, Borrell y Gil-Robles.

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¡Qué tiempos aquellos en que era Ministro de Obras Públicas e inauguraba continuamente proyectos bajo carteles en los que constaba que estaban financiados con Fondos Feder de la Unión Europea!, comenta Josep Borrell. El veterano socialista y ex presidente de la Cámara recuerda que en una inauguración un paisano llegó a comentarle que el señor Feder debía ser muy rico porque invertía mucho dinero en infraestrcturas. Juan Cuesta presidente de Europa en suma añade que en una entrevista, el entonces presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, la decía que la Unión era como un cajero automático: ibas y te daba dinero. Ahora, sin embargo, muchos en España ven a Bruselas como la madrastra que impone reformas estructurales o recortes en el gasto cuando lo necesario sería justo lo contrario, incrementar la inversión para animar la maltrecha economía nacional. Los expresidentes del Parlamento Europeo han firmado un manifiesto en el que subrayan la importancia de las próximas elecciones europeas, porque decidirán quien será el presidente de la Comisión, que no será nombrado como hasta ahora por los jefes de gobierno de los 28. Estas elecciones van a decidir la orientación económica de los próximos años, indica José María Gil-Robles, del PP. Por primera vez, añade, se va a debatir la política económica común como nacional, porque son la misma cosa. Creo, dice Gil-Robles, que el debate de fondo es entre integracionistas y no integracionistas. En realidad, insiste, estamos en un proceso constituyente muy peculiar que afecta no solo a las instituciones sino a la estructura básica de la Unión, sobre algo que no existía. Hay que decidir quien toma las riendas y hay peligros. Si aumenta el voto hacia los euroescépticos, si consiguen más de 20 %, puede estar en peligro la mayoría absoluta que se ha conseguido hasta ahora con la coalición entre socialistas y populares y habría que pactar con verdes o liberales.

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Josep Borrell parece bastante escéptico con respecto al proceso. Me temo que, a pesar de que vayamos a elegir a un gobierno europeo, quien siga mandando sea el Consejo, asegura. La Comisión seguirá siendo un grupo demasiado heterogéneo como para ser coherente. Y hay otro tema importante, o debatimos la política que se hace en Europa o tratamos estas elecciones, simplemente, como una segunda vuelta de las nacionales. En el fondo, asegura, las políticas son las mismas porque vienen de Bruselas, independientemente del color de los gobiernos. Yo soy mi crítico con mi partido, señala el socialista: dicen que quieren crear empleo y bueno, y yo les respondo que eso no es estrategia, que eso es un objetivo. Está claro que la participación va a ser baja y que se pueden polarizar los extremos, reconoce Borrell. En el fondo, el debate es entre integracionistas y desintegracionistas, que no ocultan su objetivo, que es el destruir el edificio común, que piensan que el aumento de la desigualdad se debe a la Unión por no haber conseguido una mayor integración social o fiscal. Aunque lo de la Unión monetaria, reconoce, ha salido muy mal. Tenemos un mercado sin normas sociales y sin lucha contra la pobreza. Y con estos problemas de fondo, puntualiza Borrell, creo que va a aumentar la abstención y crecerán las posiciones más extremas.
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José María Gil-Robles desarrolla el estado actual de las candidaturas. Creo, dice, que los liberales han hecho bien al aclarar que su candidato será Guy Verhofstadt; me gusta más que el muy austero Oli Rehn. Y Martin Schulz tomó una decisión valiente al anunciar hace tiempo que sería el candidato socialista, por lo que ha conseguido ventaja y ha ganado peso político. Los verdes tienen abierto el proceso de primarias en Internet. Schulz, en sus discursos, parece más radical, apunta Josep Borrell; parece que está en contra las políticas de austeridad, y ese es el debate en las elecciones: más austeridad o menos.

El catedrático Patxi Aldecoa pone el dedo en la llaga. Si gana Schulz, pregunta, ¿hasta que punto podrá oponerse a las decisiones el Consejo? Podemos tener un conflicto institucional de primera magnitud, asegura.

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Gil-Robles subraya que en la campaña, los candidatos nos deben decir que la bruja no es tan mala o que va a ser buena. Está claro que la idea que se tiene de Europa no es buena, pero también es verdad, estima, que sin ella nos habríamos hundido y que es la única vía hacia la prosperidad. Hay dos desafíos: primero, relanzar la economía, y segundo, democratizar la Unión. Y pide que la gente vaya a votar, que vote lo que decida, pero que vote. Borrell no ve muy claro como se puede animar a la gente para que acuda a las urnas. Tendríamos que conseguir, afirma, que hubiera diferencias claras entre el candidato A y el B, y eso es algo difícil de conseguir. Está claro que en España el PP pagará por los callos que ha pisado (sic), que el PSOE se juega su credibilidad, que la izquierda a la izquierda del socialismo va a conseguir avances, y que en Cataluña aumentará la participación, pero por los temas independentistas. Así está, así queda, de momento, el estado de la cuestión. De aquí a mayo, ustedes deciden.

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