¿Brexit o no Brexit? Sorry, we are british

La tertulia de Europa en suma sobre el proceloso proceso de salida del Reino Unido de la Unión, con David Mathieson, que fuera asesor del gobierno de Tony Blair.

7b6a80e6 boris johnson police calledSe iban a ir pero no se iban; se van a ir pero no se sabe ni cómo ni cuándo. Los británicos hacen realidad su dicho: el continente, la Unión, está aislado por la niebla que nos meten ellos.

El diario The Guardian analiza en un artículo esta década que termina, que no tiene nada de prodigiosa, y afirma: estamos en la crisis perpetua, se han abierto muchas incertidumbres y no se ha cerrado ninguna.

Desde hace años, al abrir los periódicos, sea en papel o en los digitales, nos encontramos de manera machacona dos procesos que han superado todos los límites del fárrago y de lo inteligible: el Brexit y el procés.

Hace ya tiempo al intentar analizar lo que pretendían o no los británicos, la sesuda prensa económica alemana hablaba de caos, caos, y más caos. Aquello era un proceso con diversas ramificaciones que se enrollaba hasta el infinito en sus debates parlamentarios.

Un caso similar es el procés, un producto típico de estos tiempos, en el que se habla continuamente de las derivas e hijuelas, de las consecuencias de las consecuencias de las consecuencias, de los nuevos y continuos apartados legales de los actos ilegales. El caso es enredarlo todo y continuar, como su nombre indica, con un proceso que debe ser eterno, porque si un día consiguieran sus objetivos, la independencia, los que la buscan se darían de bruces con la dura realidad, fuera de la Unión y de la moneda común.

Si el arte resume una época, la revista británica Art Review decía este mes, como resumen de la situación, que nadie sabe muy bien de qué va esto, o quién está a cargo de la cosa.

En este mundo revuelto de intoxicadoras plataformas digitales (siete de las ocho empresas más grandes del mundo son las que encarrilan ese flujo electrónico de exabruptos y bulos), es fácil que triunfen los discursos más simples, los populismos y los nacionalismos.

Así las cosas, no es de extrañar que gane un dirigente como Boris Johnson, un elitista conservador educado para despreciar a la masa, el más odiado o el menos apreciado de los últimos primeros ministros de Reino Unido, del que se desconoce su ideología. Sus “principios” son tan flexibles que en realidad puede hacer lo que quiera. Ha ganado quizá porque su rival, el laborista Corbyn, era peor. Otro signo de los tiempos.

Su mensaje a sido muy simple dice David Mathieson: Get Brexit Done. Ha evitado cualquier entrevista o debate que le hubiera obligado a aclarar el contenido de tan escueta propuesta. Corbyn, señala Mathieson, se ha perdido en una serie de proclamas confusas para el gran público, lo que ha llevado a los whigs a la peor derrota en décadas. En realidad, prometió muchas cosas porque sabía que iba a perder.

Pero lo cierto, añade, es que los conservadores han sacado apenas 300.000 votos más que los laboristas, y una victoria tan amplia se debe a lo peculiar del sistema electoral británico, por distritos, que da el escaño al candidato que consiga más votos. Pero para Johnson ha sido una suerte tener enfrente a un rival tan débil como Corbyn, del que, por cierto, nunca se ha sabido si estaba a favor o en contra de la salida del Reino Unido de la UE.

Los únicos vencedores claros de estas elecciones han sido los escoceses y los republicanos irlandeses. Pronto llegará el choque entre Escocia y Johnson, con lo que tendremos un Reino Unido más desunido.

Y la negociación con Bruselas para la salida de la Unión, una vez pasada la fecha “oficial”, el 31 de enero, advierte Mathieson, va a ser muy dura. Es prácticamente imposible negociar a lo largo del 2020 todo el proceso de encaje de la nueva relación. El mercado financiero de Londres es muy importante y no puede ser sustituido a medio plazo por París o Frankfurt.

Pero, reconoce el ex asesor británico, si el Reino Unido llegara a salir de la Unión, dentro de 10 años estaría pidiendo la reentrada. Es decir el procés del Reino Unido con la UE es eterno. Como el otro.

Si creéis que habéis visto muchas cosas en la tormentosa década pasada, dice The Guardian en el mencionado análisis, sentaos y estad preparados para ver lo que viene…