Contra la discriminación: derechos, integración y soluciones europeas.
El asunto no deja nunca de estar de actualidad, pero en las últimas semanas, a raíz de la graves y muy criticadas disposiciones de las autoridades francesas contra los núcleos de gitanos rumanos instalados en su territorio, la cuestión se ha convertido, más allá de sus aspectos humanos y sociales, en una cuestión de enorme trascendencia política en marco de la Unión Europea que amenaza con poner a prueba la credibilidad de sus valores y hasta la vigencia y la solidez de sus leyes y sus instituciones.
Así, la tertulia de Europa en Suma, celebrada el primer miércoles de este mes de octubre y dedicada precisamente a hablar de las vicisitudes de los gitanos en la Unión Europea a partir de la actitud del gobierno francés y de la respuesta de la Comisión, reunió en las cuevas de la Librería Fuentetaja a un nutrido grupo de amigos vivamente interesados en el tema. Y de las intervenciones de los invitados, Miguel Fonda Stefanescu (Presidente de la Federación de Asociaciones Rumanas en España, Diego Fernández Jiménez (Director del Instituto de Cultura Gitana) y Francisco Fonseca (Director de la Representación de la Unión Europea en España), y de las preguntas y comentarios de los asistentes surgió una sesión viva e interesantísima en la que surgieron innumerables aspectos y elementos sobre los que habría que volver en otra tertulia dentro de no mucho tiempo. También intervino el embajador de la República Eslovaca en España, Jan Skoda, que aclaró datos y detalles sobre la población gitana de ese país y sus problemas.
A lo largo del diálogo, quedo patente el rechazo a la solución francesa, por injusta e inhumana, ilegal desde el punto de vista del derecho y las leyes europeas (no ya por la referencia específica a un grupo étnico, los gitanos rumanos, en la circular emitida en su día por las autoridades del ministerio francés de Interior, sino, como destacó Francisco Fonseca, por el hecho de que Francia no ha aplicado, al ejecutar las expulsiones, las garantías legales y judiciales contempladas en la normativa europea) y, además, inútil. Y quedó clara también la necesidad de afrontar los problemas de integración de los gitanos desde una visión global y netamente europea.
En las intervenciones de Miguel Fonda y Diego Fernández se destacó el hecho de que España puede considerarse hoy día, a pesar de su historial de discriminación y persecuciones y de los innumerables problemas del presente, un modelo a la hora de materializar esa imprescindible tarea e integración e incorporación del pueblo gitano a la vida ciudadana europea. En este sentido Fonda Stefanescu recordó el dato dramático de que, más allá de la marginación, la exclusión, la persecución y el desprecio generalizado de que han sido objeto, los gitanos eran lisa, llana y directamente esclavos, en Rumanía, hasta la segunda mitad del siglo XIX, es decir, hasta hace menos de ciento cincuenta años.
El director del Instituto de Cultura Gitana habló, entre otras cosas, de los elementos culturales que dan carácter al pueblo gitano, y en especial de su idioma común, el romaní, una lengua indoeuropea, directamente vinculada al sánscrito y con más de mil años de existencia, y que ha dado origen a numerosos vocablos del español actual. Y se habló de que, a pesar de las diferentes situaciones que viven los gitanos en los países de la Europa de nuestros días, las soluciones a sus problemas de integración deben ser transnacionales. Y el presidente de la Federación de Asociaciones Rumanas en España planteó el que los gitanos europeos, como pueblo, tengan una voz en las instituciones de la Unión y que luchen por sus derechos y por su futuro en la línea del empoderamiento (del inglés empowerment), ese tipo procesos tan de actualidad por el que los grupos sociales, especialmente a los más marginados, se fortalecen en su autoconfianza, su capacidad, su presencia en la sociedad y su protagonismo en la tarea de cambiar su propia situación, superar la marginación y controlar su vida y su destino.
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(texto y fotos: Enrique Peris)
