QAnon teje su tela en Europa

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Publicado originalmente en Voxeurop.eu y traducido por Sara Fernandez

El misterioso complotista estadounidense que genera las teorías más disparatadas al otro lado del Atlántico ha conseguido adeptos en el viejo continente. Aprovechando el impulso del escepticismo en torno a la covid y el movimiento antivacunas, causa estragos sobre todo en Alemania.

"Where we go one, we go all” (“Donde va uno vamos todos”): a los conspiradores de QAnon les encantan los eslóganes crípticos, siguiendo el ejemplo del misterioso “Q”, la firma de un supuesto agente estadounidense que publicó en 2017 en el foro 4chan varios mensajes que hacían referencia a un “Big Storm” (“gran despertar”). Con ellos, “Q” evocaba el plan de Donald Trump de llevar a cabo un contragolpe de Estado contra las élites del llamado “Deep state”, el Estado profundo, con lo que surgió el movimiento QAnon en Estados Unidos.

Para sus adeptos, el Estado profundo, al que hacía referencia a menudo el expresidente estadounidense, sería una red de pedófilos integrada por élites mundiales y con la que iba a acabar Donald Trump.

 

 

En la actualidad, el grito de guerra “Where we go one, we go all”, sustituido con el acrónimo aún más misterioso “WWG1WGA”, ha cruzado el Atlántico para infiltrarse en Europa. En Alemania, los primeros indicios se remontan a 2018, cuando los rumores del ingreso en prisión de Hillary Clinton lanzados por “Q” se interpretaron como el supuesto arresto inminente de la canciller alemana Angela Merkel por parte de Donald Trump. Rápidamente, los QAnon alemanes se convirtieron en el segundo grupo más importante después del estadounidense.

 

De este modo, QAnon pasó de las teorías del complot al macrocomplot, tan fácilmente adaptable a los contextos locales. Ahora bien, la historia alemana ofrece un fértil terreno para las ideas conspiratorias. “Puesto que Alemania fue liberada de la dictadura por los estadounidenses, QAnon trasmite la idea de que otro presidente de Estados Unidos liberará al país de los judíos, las mujeres y los científicos. Es un relato poderoso que da un giro a la historia”, comenta Michael Blume, comisario de la lucha contra el antisemitismo del Estado de Baden-Wurtemberg.

 

Muchos gurús de las teorías conspiratorias, impulsados por las redes de extrema derecha, han hecho que QAnon prospere en Europa. Oliver Janich, uno de los más influyentes, ha cosechado un gran éxito con el que además se ha enriquecido, sobre todo transmitiendo un vídeo en el que se divulga un antiguo mito antisemita del siglo XV: “la recolección del adrenocromo”, según la cual, los judíos estarían detrás de la recolecta forzada de sangre en niños para obtener una sustancia llamada adrenocromo.

 

El movimiento conspiratorio Reichsbürger, según el cual el Reich sigue existiendo y estaría amenazado por el Estado alemán, también ha constituido un importante impulsor de las conspiraciones al otro lado del Rin. La pandemia de la Covid-19, la enorme incertidumbre que acarrea y el tiempo pasado delante de las pantallas durante el confinamiento han fomentado todo este movimiento y han servido de trampolín para QAnon.

 

“La plusvalía de QAnon es que ofrece una metanarrativa que agrupa las teorías del complot y reaviva cuestiones que se entierran en el debate público. Nos encontramos en un momento político en el que el complotismo es un complotismo de síntesis. QAnon se ajusta a esa dinámica”.

Marie Peltier

 

Por ello, entre abril y agosto de 2020, los contenidos de QAnon se multiplicaron. Las investigaciones del think tank ISD Global señalan que, entre los 15 principales sitios que se hacen eco de la actualidad de QAnon, los idiomas más representados son el inglés, seguido del alemán, el italiano y el francés. En los países de Europa Central y Oriental, en especial en Polonia, el enemigo ruso mantiene bastante ocupados a los complotistas como para seguir a QAnon. Los seguidores de QAnon, detectados por los radares de las grandes plataformas que son Twitter, Facebook o TikTok, no tardaron en cambiar su modo de actuación en Estados Unidos y en Europa.

 

En verano de 2020, apropiándose del hashtag #Savethechildren, el nombre de la ONG de defensa de los derechos de los niños, consiguieron que varios cientos de personas se manifestaran en las calles de Londres, Bristol o incluso Manchester. Sin reivindicar su pertenencia a QAnon, los manifestantes creían que había niños prisioneros víctimas de un terrible tráfico. El hashtag, impulsado por un fenómeno algorítmico, generó millones de interacciones en las redes sociales.

 

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Sin embargo, las teorías de complots sobre delitos contra menores no son nuevas. Ya prosperaban en Europa durante el caso Dutroux, condenado a finales de los años noventa por el secuestro y el asesinato de cuatro jóvenes, si bien para algunas personas era la víctima de una justicia corrupta y había sido condenado en lugar de los miembros de misteriosas redes pedófilas integradas por políticos o incluso por miembros de la familia real belga. “La plusvalía de QAnon es que ofrece una metanarrativa que agrupa las teorías del complot y reaviva cuestiones que se entierran en el debate público”, analiza la investigadora Marie Peltier, “nos encontramos en un momento político en el que el complotismo es un complotismo de síntesis. QAnon se ajusta a esa dinámica”.

 

En Reino Unido, unos años después de la operación policial Yewtree, una gran investigación llevada a cabo tras las acusaciones de pedofilia vertidas contra Jimmy Savile, presentador de la BBC, QAnon ha cosechado bastante éxito. En Francia, QAnon puede agradecer al YouTuber canadiense de extrema derecha Alexis Caussette-Trudel, encargado de difundir en la lengua de Molière las teorías del movimiento. El #Metoo y las acusaciones contra el agente de modelos Jean-Luc Brunel en el caso Epstein también han constituido un buen caldo de cultivo para exagerar los fantasmas de QAnon. La retórica antiélite también ha tenido bastante notoriedad en el país de los “chalecos amarillos”, avivada por los desaciertos consecutivos del Gobierno en la gestión de la pandemia de la Covid-19.

 

“En Europa, QAnon se arraiga sistemáticamente en las teorías contra la élite, mientras que en Estados Unidos han podido entablar un vínculo con la dimensión religiosa”, analiza Iris Boyer de ISD Global. Pero dos acontecimientos pusieron freno al ascenso de los complotistas en Europa: el asalto al Capitolio en Washington DC en enero de 2021 por parte de defensores de Donald Trump, entre ellos también de QAnon, y el juramento del nuevo presidente Joe Biden. Al primero le siguió el cierre masivo de cuentas en línea de QAnon. El segundo acarreó el desinterés de una parte del movimiento QAnon, decepcionados al ver que no se haría realidad el “Big Storm” tras la derrota de su candidato.

 

Entonces, en Europa, los más radicales se infiltraron en grupos de interés afines, públicos o privados, centrados, por ejemplo, en las medicinas alternativas, para difundir en ellos discursos antivacunas. Según la teoría del “Big Reset”, un grupo de dirigentes mundiales habría orquestado la pandemia para asumir el control de la economía. En el servicio de mensajería Telegram, los principales grupos en alemán siguen siendo grupos de QAnon. VK, la red social rusa, también es una plataforma de repliegue.

 

“Sin estructura, es difícil imaginar que se pase a la acción, salvo en el caso de un lobo solitario. En las redes sociales, algunas personas pueden llegar al extremo y convencerse a sí mismas para poner en práctica las teorías”.

Iris Boyer

 

En Italia, Roberto Bui, del colectivo Wu Ming, es un experto observador del movimiento. Contrario acérrimo a las tesis de QAnon, participó en la escritura de la novela “Q” publicada en 1999 y considerada la fuente de inspiración de los mensajes del misterioso “Q” en 4chan. Bui señala que el movimiento se transforma: “La mayoría ya no reivindica su pertenencia a QAnon desde el asalto al Capitolio. Hemos pasado a una fase post-QAnon. Pero si ya no se utiliza la denominación QAnon, es más fácil reclutar adeptos”, comenta.

 

Es el caso del sacerdote Livio Fanzaga en la devota Radio Maria, que difunde las teorías de QAnon haciendo referencia a cábalas secretas de grupos satánicos, sin mencionar el nombre del movimiento. En Italia, QAnon prospera entre la extrema derecha de la Iglesia. Como en el resto de Europa, el movimiento ha conquistado a los medios esotéricos y New Age, cuya disparidad aparecía ya en las manifestaciones del 1 de agosto de 2020 en Berlín, cuando los manifestantes que se oponían a las restricciones relacionadas con la Covid amenazaron con asaltar el Reichtag.

 

Se prevén nuevas manifestaciones para este verano, pero probablemente acudan a ellas menos personas, como explica Michael Blume. Es difícil que el movimiento, con tropas reducidas y poco estructuradas, acceda en Europa a la política, al contrario que su versión estadounidense. En Alemania, Michael Ballweg, un informático que inició el movimiento Querdenken 711 e impulsor de la manifestación del 1 de agosto de 2020, se presentó a la alcaldía de Stuttgart, pero solo obtuvo el 2,6 % de los votos. El peligro se encuentra en otra parte: “Sin estructura, es difícil imaginar que se pase a la acción, salvo en el caso de un lobo solitario. En las redes sociales, algunas personas pueden llegar al extremo y convencerse a sí mismas para poner en práctica las teorías”, advierte Iris Boyer.

 

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