José María Gil-Robles y Gil-Delgado, demócrata español y europeo

Más que vidas paralelas, las nuestras se entrecruzaron con una voluntad común, la de superar un pasado de guerra e intolerancia

(Publicado originariamente en El País)

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Parlamento Europeo (Efe)

ENRIQUE BARÓN CRESPO

Compartí con José María Gil Robles una larga trayectoria vital con dos ideas-fuerza: conseguir que España fuera una democracia y que se integrara con protagonismo en Europa. Más que vidas paralelas, las nuestras se entrecruzaron con una voluntad común, la de superar un pasado de guerra e intolerancia.

Trabajamos como arquitectos y albañiles, él desde su militancia democratacristiana, yo socialdemócrata, incluso antes de conocernos. Para ambos, el Congreso del Movimiento Europeo de 1962 fue una fecha fundamental, él como hijo del exilio, yo como joven universitario. El denostado Contubernio de Munich del franquismo fue el primer encuentro de la oposición interior y del exilio que actualizó el programa de transición democrático defendido en el Congreso de La Haya del Movimiento Europeo de 1948 por Indalecio Prieto, Salvador de Madariaga y el Doctor Trueta, con apoyo de Landaburu, inspirador de la creación en 1949 del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME) en la sede del Gobierno vasco en el exilio que sigue siendo una plataforma de la sociedad civil con historia y protagonismo. Fuimos ambos presidentes del Movimiento Europeo Internacional (en mi caso 1987-89, y en el suyo de 1999 a 2005) y conseguimos publicar las actas del mismo. Hay una versión española en prensa.

Además, participamos en todas las plataformas e iniciativas que bajo el tardofranquismo se iban creando para combatir la dictadura y asentar los valores democráticos y el Estado de Derecho. Con sus hermanos Javier y Álvaro nos encontramos en Cuadernos para el Diálogo, en el Colegio de Abogados, en su caso con el riesgo agravado de ser Letrado en Cortes y en tantos otros eventos. Juntos vivimos la Transición y trabajamos en la elaboración de la Constitución de 1978.

Tras conseguir entrar en la entonces Comunidad Europea pedí ir al Parlamento Europeo. Tres años después, fui elegido presidente del Parlamento (1989-92) y viví en directo el fin del equilibro del terror y la guerra fría y la gestación del Tratado de Maastricht. José María se incorporó en esa legislatura como diputado, siendo elegido a su vez presidente (1997-99). Reforzó la democracia europea con la negociación del Tratado de Ámsterdam y gestionó con prudencia la crisis de la Comisión Santer.

Nos siguió Josep Borrell, compañero de fatigas y alegría y también arquitecto y albañil de la construcción europea. Sigue en activo como vicepresidente de la Comisión con una valerosa gestión de la guerra de Ucrania.

No hicimos vida de jubilados. Continuamos como Profesores Jean Monnet hablando de la construcción europea por Universidades, foros y encuentros, y muchas veces compartimos cartel porque aparte de nuestros valores representábamos para muchos jóvenes el compromiso y la visión compartida de dos de las principales corrientes de pensamiento y acción política, las denominadas familias políticas europeas, que han sido pilares fundamentales de su edificación. Su ejecutoria y su recuerdo me seguirán inspirando.

Enrique Barón Crespo fue diputado constituyente y presidente del Parlamento Europeo

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