Apuntes y reflexiones del coloquio sobre la Crisis alimentaria

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Con el único ánimo de continuar el debate, recogemos aquí las reflexiones y propuestas formuladas por ponentes y asistentes al coloquio celebrado el 20 de julio. En modo alguno se pueden interpretar como conclusiones de consenso, sino aportaciones para el debate. Europa en suma, como asociación plural, no tiene una posición definida al respecto. La mesa estuvo formada por Esperanza Orellana Moraleda, Directora General de Producciones y Mercados Agrarios del MAPA; Lourdes Benavides, Directora para África de Oxfam; María del Mar Hidalgo García, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos, y José María Sumpsi. Miembro del Grupo de Expertos de Alto Nivel del Comité de Seguridad Alimentaria de la ONU, moderados por Chema Patiño, periodista y socio de Europa en suma

 

  1. La guerra en Ucrania ha acentuado la crisis alimentaria mundial y amenaza con una “tormenta perfecta” el año que viene
  • El incremento de los precios de las materias primas es anterior a la guerra en Ucrania como consecuencia del aumento de la demanda registrado durante la pandemia y de la incidencia del cambio climático en la calidad y cantidad de las cosechas. No obstante, se aprecia una subida muy pronunciada de los precios desde marzo. Hay que tener en cuenta que en 26 países, de África y Asia, más de la mitad del trigo procede de Rusia y Ucrania.
  • Rusia es el primer exportador mundial de trigo y Ucrania, el quinto. Aunque parte de la cosecha de cereales de julio de 2022 se ha perdido por el conflicto bélico, ambos países habían recogido bastante grano antes de marzo lo que ofrece una cierta tranquilidad si se consigue sacar de manera controlada desde los almacenes.
  • El panorama es más desalentador si miramos a finales de este año y, sobre todo, al año que viene ya que, si no se puede sembrar, tampoco se podrá recoger en los países afectados directamente por el conflicto. El incremento de las cosechas en otros países productores podría compensar la merma de grano, pero el cambio climático -con cosechas menos abundantes por la falta de agua y de menor calidad- podría llevarnos a la “tormenta perfecta” y la situación va a ser desesperada.
  • Hay un problema añadido: los fertilizantes. Rusia es el principal productor mundial -la abundancia de gas le permite elaborar este producto a un coste muy competitivo- y, por tanto, puede condicionar las cosechas en el resto de productores mundiales que necesitan esos fertilizantes. Aunque las sanciones impuestas por la Unión Europea no afectan a fertilizantes y otros productos, sí ha habido restricciones por parte de la propia Rusia para mantener su mercado interno y un mayor control sobre el externo.
  • Estamos ante la vuelta a un hipernacionalismo, y la guerra de Ucrania es un claro ejemplo, que resta poder de acción a Naciones Unidas para resolver los problemas del sistema alimentario global.

 

 

  1. El impacto en España: la alarma entre los productores ha generado incertidumbre y esto ha tensionado los precios
  • No ha habido desabastecimiento porque antes de la guerra ya había entrado mucho producto, pero si ha habido tensiones en especial en sectores como el de la ganadería, dado que la mitad del maíz que consumimos era importado desde Ucrania. También ha afectado al sector agroalimentario al reducirse las importaciones procedentes de Rusia de determinados productos como el almidón y la pulpa de remolacha.
  • España, de acuerdo con la Unión Europea, ha incrementado de 700.000 a 1 millón de hectáreas las tierras cultivables. En especial de girasol, aunque en nuestro caso hay un problema añadido: la falta de agua impide incrementar la producción de maíz y ha reducido tanto la cantidad como la calidad de la cosecha de cereales. Los rendimientos no van a ser los esperados.
  • Sectores como el ganadero se han visto penalizados además por el incremento del precio de la electricidad por lo que se han destinado ayudas de 163 millones a los productores de leche.
  • El Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación estima que no ha habido desabastecimiento, pero sí un incremento de los costes de producción que ha influido en el incremento de los precios de los alimentos.

 

 

  1. Rusia utiliza el grano como instrumento de guerra contra los países occidentales y acentúa las tensiones en los países que ya padecían la crisis alimentaria
  • Aunque la utilización del hambre como instrumento de guerra está penalizada por la Corte de Derechos Humanos, está por ver si podrían llevarse a cabo acciones judiciales contra Rusia, que está utilizando su poder coercitivo a través del trigo.
  • Podríamos tener no solo la “tormenta perfecta” sino un auténtico ciclón porque la estrategia rusa va a tensionar tanto a los consumidores como a los productores.
  • Si tenemos en cuenta que la escasez de trigo y otros cereales y el aumento de los precios provocó revueltas en 2007 y también en 2011, con las llamadas “primaveras árabes”, todo hace pensar que la actual situación lleve a revueltas sociales, bien por parte de las poblaciones contra los gobiernos, o bien por luchas entre diferentes colectivos de las poblaciones o entre países por el acceso a los recursos.
  • El hambre afecta a las personas más vulnerables -mujeres, niños, ancianos…- en los países que ya estaban en crisis antes de la guerra en Ucrania. En su mayoría son países de renta baja, como Eritrea, que tienen menos margen de respuesta a crisis de este tipo como consecuencia de la deuda que tienen contraída. Además, se produce un efecto perverso porque muchos de sus gobiernos incrementan sus presupuestos en seguridad y defensa -ante el riesgo de conflictos sociales y guerras- que suponen un detrimento del gasto social en políticas como educación, sanidad y alimentación.
  • La guerra en Ucrania ha acentuado la especulación que ya se estaba produciendo en los mercados de materias primas: en el mercado de trigo de París han aumentado los contratos de futuros del 23% en mayo de 2018 al 72% en abril de 2022. El aumento de estos beneficios es tan importante que tan solo dos semanas serían suficientes para cubrir las necesidades de los países más afectados por la crisis alimentaria.
  • La Unión Europea ha incrementado las ayudas a los países africanos para compensar el mayor esfuerzo de solidaridad con Ucrania. Así, ha aprobado destinar 2.500 millones para la cooperación internacional. Más de 1.000 millones para el Sahel y 633 millones para ayudas urgentes y reforzar los sistemas de alimentación en el Cuerno de África. Además, se han presupuestado 600 millones para los países ACP (Asia, Caribe y Pacífico).

 

  1. Propuestas para compensar los efectos de la guerra y subsanar la crisis alimentaria mundial:
  • Situar la seguridad alimentaria en el centro de las políticas de la Unión Europea, aunque ya ha sido abordada en dos Consejos Europeos y la Comisión trabaja en varias iniciativas con el Banco Mundial y Naciones Unidas.
  • La Unión Europea debe presionar para garantizar el funcionamiento del comercio a nivel mundial porque una de las consecuencias de la guerra de Ucrania es que algunos países están restringiendo exportaciones para garantizar el consumo interno o empujar los precios al alza.
  • Aumentar la producción de productos de manera local, no de la mundial, que debe ganar en eficacia en aspectos como el mejor uso del agua y la menor utilización de insumos que se puede llevar a cabo a través de la tecnología y la innovación.
  • Revisión de la estructura del sistema alimentario mundial que, por disfunciones internas y lentitud en la adopción de decisiones políticas, está alejando y no acercando el objetivo de “hambre 0” que se había fijado por parte de la ONU a finales del siglo pasado.
  • Diversificar suministradores de grano y de fertilizantes para compensar posibles restricciones rusas y paliar las bajas producciones de cereales como consecuencia de la sequía y el cambio climático.
  • Monitorizar a los países que son importadores netos de cereales -como Egipto o Líbano- porque puede haber revueltas sociales que, en el caso del Sahel y del Magreb, tendrían impacto en los flujos migratorios hacia la Unión Europea.
  • Impuestos sobre los beneficios que se obtienen en los mercados de materias primas.

 

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