Entre la paella y las energías alternativas, entre los toros y la puntera medicina reproductiva, entre la siesta y la legislación social más avanzada. Ahí está España para los europeos, en la dificultad de romper los tópicos y hacerse un hueco entre los países más modernos de la UE.
Esa es la conclusión que sacan varios corresponsales extranjeros en España y españoles en Europa, convocados por Europa en Suma en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid. Ellos venden la imagen que ven cada día de un país que ha superado los estereotipos, pero a los medios de comunicación europeos les sigue gustando el typical spanish. La crisis no está ayudando a cambiar.
The Financial Times comparó la economía española con la griega y eso fue como desinflar un globo que había circulado la última década en Europa con el nombre de milagro español. La crisis económica y el consecuente desempleo están sacando otra vez las miserias de España al exterior. La cuestión es si más abajo de los mercados financieros, los europeos nos ven como lo que somos o como lo que quisimos ser.
Europa en suma ha convocado a varios corresponsales extranjeros en España, que coinciden en dibujar un país moderno en lo tecnológico, avanzado en lo social y que sí juega un papel en la política internacional. Incluso los tópicos, que tantas veces nosotros queremos desterrar, desde su punto de vista, pueden ser positivo: un peculiar modo de ver la vida.
La cultura, la vida social, los avances para las minorías son dignos de elogio para los franceses, dice Pierre Cayrol, de Radio France. La democracia trajo una España nueva, moderna, dinámica, que se ha instalado como imagen para nuestros vecinos. Thomas Schneider, de la ARD, cree que la imagen de España está distorsionada en Alemania. Los alemanes creen que conocen el país porque conocen Mallorca. Y una nevada en Baleares es noticia de primera página en la prensa alemana. Pero poco más.
En Portugal, la referencia es distinta. Interesa sobre todo una economía que hasta hace poco fue la envidia de los portugueses y hoy es motivo de burla disimulada. Aun así, Antonio Sampaio, de la Agencia Lusa de noticias, afirma convencido que la marca España vende en el mundo. Pero también observa que, gracias a millones de estudiantes Erasmus, se piensa que toda España es una discoteca gigante.
Playas, sol, vida en la calle, diversión siguen siendo un atractivo suficiente para los europeos que vienen a España. Como apunta Thomas Schneider, ningún turista se plantea si España es uno de los países más desarrollados, por ejemplo, en medicina reproductiva. Una idea en la que coincide el embajador de Suecia en España, Anders Rönquist, para el que imagen de España es modernidad tecnológica, AVE, energías renovables… y, claro, sol, buen clima y buena vida; no en vano un millón de suecos viven en España.
La primera legislatura de Zapatero fue motivo de admiración en Europa. Con una economía que aparentemente marchaba viento en popa, los gestos de los socialistas colocaron a España como el gran país avanzado en lo social: la ley sobre el matrimonio homosexual, reconocen nuestros colegas europeos, fue un hito.
Pero para muchos europeos España sigue siendo un país raro. Las autonomías no se entienden, la inmigración asusta y la influencia de la Iglesia católica llama la atención. En cualquier caso, la visión que se tiene desde dentro de España queda desdibujada habitualmente en las portadas de la prensa o los informativos de televisión europeos. Ser como ellos no es noticia. Arranca mucha más audiencia el debate sobre los toros, las referencias a la guerra civil con la ley de memoria histórica o la tradicional burocracia española.
Y como las malas noticias son las auténticas noticias, las repercusiones de la crisis en España son el tema habitual hoy de las crónicas de los corresponsales. Pierre Cayrol afirma que en Francia se ha pasado de hablar de España, por ejemplo, como país pionero en energías renovables a expresar grandes dudas sobre nuestro porvenir económico. Thomas Schneider recuerda que los alemanes elogiaron tanto el boom económico español como ahora reflejan el gran desengaño. Antonio Sampaio subraya la mala suerte del gobierno español, al ostentar la presidencia de la UE en plena crisis y con un Tratado de Lisboa que acaba de entrar en vigor.
Entre el romanticismo y la modernidad
En la segunda jornada fueron los corresponsales españoles en Europa los invitados a usar su lupa para completar el perfil. Daniel Peral –muchos años de corresponsal de TVE en Lisboa y Berlín- dibuja la percepción que los alemanes tenían en los años 60 de los españoles: emigrante y con boina. Luego hemos pasado por otros momentos más dulces –con la llegada de la democracia en los 70 o la buena relación entre Khol y González en los 80-, pero con la crisis se ha cerrado el ciclo: sin boina, pero volvemos a ser los del sur, los <;strong>PIGS, junto a nuestros socios portugueses, italianos y griegos.
Paco Audije –unos cuantos años con el micro de TVE frente a la Torre Eiffel- dice que en Francia han mostrado siempre un gran respeto por la cultura española, que les fascina Almodóvar porque, en una suerte de nuevo romanticismo, encarna esas peculiaridades no exentas de exotismo que tanto epató a los viajeros románticos del XIX. Pero ello no es óbice para que un portero sea siempre español o portugués; para algo están los estereotipos.
Enrique Peris –siete años con el chandal de TVE en capital del Imperio… británico- coincide con Paco en esa vuelta al viejo romanticismo de los viajeros del XIX como inspiradora de algunos de los trazos con los que los británicos suelen definir a los españoles, dice que de nuestro país sólo es noticia aquellos sucesos en los que hay ciudadanos británicos protagonistas y subraya, no obstante, que nos admiran porque aquí se trabaja poco, se vive bien y se tiene un sentido lúdico de la vida.
Alfonso Sánchez –como los anteriores, socio de Europa en suma y corresponsal de RNE en Bruselas- dibuja un perfil desde dos lugares diferentas, dos polos entre los se mueven los belgas en su relación con España: el exotismo, la visión romántica, y la actual, la de los ejecutivos y el personal acreditado en la capital comunitaria. Una imagen de eficacia en cualquier caso y re reconocimiento hacia un país que ha vivido un cambio descomunal en los últimos 20 años.
Así, a vuela pluma, Juan Cuesta, presidente de Europa en suma, recoge algunos de los calificativos que se han ido vertiendo a lo largo de las jornadas para completar ese retrato en el que los europeos nos reconocen: paella, cerveza, matrimonio gay, paro medicina reproductiva, horarios, nuevas tecnologías, Almodóvar, toros, sanidad, guerra civil, vivir la vida, Mallorca, Tenerife, ladrillo, playas, inmigración, fútbol, energías alternativas, gran discoteca, erasmus, taberna, picaresca, avances sociales, Garzón, tapas, igualdad, fiesta… Y modernidad, apunta Miguel Adrover, director de contenidos de Euroxpress y vicepresidente de Europa en suma; no en vano Regine street es la calle de la moda… española en Londres. Eso es también imagen de España, pero lo cierto es que si uno clica en san Google “españoles, ¿cómo nos ven?”, la mayoría de las entradas coinciden: campeones del mundo… de fútbol.