Europa en Suma habla con la embajadora de Hungría.
No empezó con buen pie Hungría esta presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea, que es, por cierto, la primera que desempeña ese país, que la había preparado largamente y con plena conciencia de la gran responsabilidad que ello suponía, según contó la embajadora húngara en España, Edit Bucsi-Szabó, en la charla que mantuvo esta semana con un grupo de miembros de Europa en Suma a los que recibió en su residencia en Madrid.
Cuando a finales del 2010 Europa en Suma se planteó contar con la representante diplomática húngara como invitada especial en la tertulia del mes de enero, la primera del nuevo año, para hablar precisamente de la nueva presidencia, de los objetivos planteados por el gobierno de Budapest para este semestre, de la actualidad en Hungría y, en general, de la marcha de la construcción europea y de sus vicisitudes, no era fácil imaginar el intenso revuelo que iban a provocar (y hasta qué punto iban a caldear el ambiente en el entorno, habitualmente sereno y poco excitante de las instituciones europeas), algunas de las leyes promovidas por el gobierno del primer ministro, Viktor Orban.
Está en primer lugar la sorpresa indignada y el rechazo al hecho de que los nuevos impuestos, creados para ayudar a aliviar el déficit estatal, vienen a castigar de forma aparentemente discriminatoria a las empresas europeas en suelo húngaro. Pero lo que ha suscitado un coro de indignación más amplio y general ha sido la nueva ley sobre medios informativos, calificada de intervencionista, controladora y antidemocrática, y de la que el ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, no ha dudado en decir que viola el espíritu y la letra de los tratados de la Unión Europea. La nueva normativa provocó esta misma semana una expresiva protesta, de gran impacto visual, en el Parlamento europeo, donde el primer ministro Orban había acudido a presentar su programa para el semestre de presidencia húngara, y donde tuvo que batirse verbalmente frente a las acusaciones de querer amordazar a la prensa crítica.
El asunto se planteó, como no podía ser de otro modo, en la larga conversación de la embajadora Edit Bucsi-Szabó (la cual no rehuyó en absoluto el hablar de esta cuestión) con los socios de Europa en Suma, que le plantearon los aspectos más controvertidos y escandalosos de la ley, tal como fue aprobada por el parlamento húngaro gracias a la mayoría de más de dos tercios con que cuenta en la cámara el partido derechista Fidesz.
Entre esos puntos que muchos consideran incompatibles con la tradición europea de libertad de prensa, figura la creación de esa Autoridad Nacional para los Medios y las Comunicaciones (cuyo presidente es nombrado directamente por el primer ministro y cuyos componentes, elegidos por el parlamento, son todos miembros del partido del gobierno), que puede suspender una publicación, imponer multas astronómicas a un medio o a un informador, exigir el acceso y la inspección del contenido de un documento o de una información antes de ser publicados o incuso requerir la revelación de las fuentes….cuando los hechos tengan que ver, siempre a juicio de esa “Autoridad Nacional”, con categorías tan solemnes como la seguridad nacional o la protección del orden público.
Organizaciones profesionales y organismos de defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión han desarrollado una activa campaña de denuncia de la ley, argumentando que ésta deja a los medios en una situación de incertidumbre e indefensión, y que puede cómodamente ser utilizada contra los adversarios políticos del gobierno o contra la prensa incómoda con pretextos fáciles relacionados con el orden público, la seguridad, la moral o la defensa de los ciudadanos. Frente a la norma se han pronunciado también representantes de gobiernos de la Unión Europea: Francia y Alemania de manera singular. La Comisión Europea se apresuró a pedir explicaciones al gobierno húngaro, y el propio José Manuel Barroso ha recordado que en la Unión la libertad de prensa es un valor sagrado y un principio fundamental.
Todo ello surgió a lo largo de la tertulia con la embajadora de Hungría en Madrid, que dio pie a un intercambio de impresiones vivo y muy animado. Varios miembros de Europa en Suma hicieron ver que lo discutible no es que en un país exista un organismo público, un consejo, que regule y supervise el funcionamiento de los medios (algunos contertulios apuntaron incluso que es una pena que en España no exista ni una regulación ni un consejo que funcione y que ayude a evitar la sensación de caos y ciertos excesos bastante bochornosos que se dan en alguna de nuestras televisiones), siempre que ese organismo tenga una composición que asegure su neutralidad y lo ponga a salvo de presiones políticas o de otro tipo, y que las leyes certifiquen que sus criterios de actuación van a ser plenamente democráticos y respetuosos con la libertad de expresión, lo que no parece garantizado, ni mucho menos, en el caso de Hungría.
La embajadora, Edit Bucsi-Szabó, comentó que no conocía a fondo la ley, pero recordó que ésta había emanado de un parlamento democrático que representa ampliamente la voluntad popular, afirmó que los contenidos de la nueva norma tienen equivalentes en otros países de la Unión Europea y citó una frase que le escuchó en su día a Antonio Garrigues: “La ley necesita orden, y el orden necesita ordenamiento”. Y, en todo caso, recordó que el propio primer ministro Orban ha prometido (obligado por las circunstancias, todo hay que decirlo) quela ley será reformada si la Comisión Europea considera que tal como estáformulada resulta incompatible con el acervo comunitario.
Pero no fue ese, en fin, el único tema de conversación en la tertulia de Europa en Suma. La representante diplomática húngara destacó, en relación con la presidencia del Consejo de la Unión, que está claro que la economía va a marcar los trabajos y las prioridades de este semestre de trabajo, y el interés de Hungría por un reforzamiento del euro: muchos húngaros, nos dijo, han podido percibir las desventajas de no estar en la moneda única, porque, al haber adquirido préstamos en otras divisas, han tenido que pagar más por su deuda cuando las fluctuaciones han modificado los cambios de manera desfavorable.
También pondrá interés la presidencia húngara en impulsar un mecanismo de estabilidad permanente en la Unión, en favorecer la disciplina fiscal y en reforzar el mercado interior. Y, desde luego, se intentará poner en marcha la estrategia 20/20 para estimular el empleo, porque sin empleo, dijo la embajadora, no se puede salir de la crisis. Y una novedad: durante el semestre húngaro algunos de los grupos de trabajo (en aquellos asuntos en que Hungría tiene menos experiencia), como los relativos a derecho del mar, pesca exterior o regiones ultraperiféricas, estarán presididos por diplomáticos españoles; y también habrá grupos de trabajo presididos por funcionarios de Bélgica. Y no se trata (así lo recalcaba Edit Bucsi-Szabó) de ceder competencias por falta de capacidad, sino de dar juego al trío de presidencias, es decir, de hacer un uso inteligente del trabajo a tres. ¿Quién podría decir que no es razonable?