La tertulia mensual de Europa en suma
Decía hace poco el excanciller alemán Helmut Schmidt que Europa no está en peligro, que lo que está en peligro es la Unión Europea. La crisis del euro, la oposición de los países ricos del norte a pagar las deudas de los del sur; la económica, que tiene a 24 millones de personas sin empleo en el área de los 27, y la llegada de inmigrantes, impulsan el renacimiento de los partidos nacionalistas, xenófobos que se dirigen sobre todo al votante asustado y se alejan de Bruselas. Dinamarca reimpone los controles fronterizos y dinamita Schengen, la libre circulación de personas en el espacio europeo, uno de sus grandes logros.
En 13 de los 27 Parlamentos nacionales de los países de la UE hay ya instalados grupos radicales.
Europa en suma aborda en su tertulia mensual este problema con varios periodistas europeos como invitados.
El último aldabonazo de esta corriente tuvo lugar en Finlandia en las elecciones generales de Abril, donde los Verdaderos Finlandeses, antiinmigración y euroescépticos, se colocaron en tercer lugar, multiplicando por cuatro los votos recibidos, hasta llegar al 19 %, consiguiendo 39 escaños en un parlamento de 200. Un partido antiinmigración en un país donde apenas el 1,8 % de la población son inmigrantes y donde se expulsa a la mayoría de los “sin papeles”. Los Verdaderos Finlandeses, opuestos al rescate de Portugal, no han entrado en la coalición de gobierno y en un solo mes han subido en intención de voto en las encuestas. Su líder, Timo Soini, dice lisa y llanamente: “donde está la UE, hay problemas”.
Joanna Kippo, corresponsal del diario finés Helsinguin Sanomat, subraya que esta formación política procede de un antiguo partido rural conservador. ¿Qué ha sucedido en Finlandia?, se pregunta, y la respuesta es la crisis, crisis de la industria papelera, por la caída de venta de la prensa y la del gigante nacional, Nokia, que ha perdido el tren de las tabletas.
En esta confusa definición de extremismos o radicalismos, Kippo asegura que es difícil que este partido se coloque en la extrema derecha, porque tiene importantes programas sociales, pero si obligará al gobierno a tener un discurso más derechista.
En Holanda la sacudida fue protagonizada por Geert Wilders con su partido liberal que proclama sin ambages que el Islam es una amenaza para el modo de vida neerlandés. Su partido consiguió en la elecciones generales de 2010 el tercer lugar con el 15,5 % de los votos. No entró en la coalición de gobierno liberal-conservadora, pero presta apoyo externo cuando es necesaria la mayoría, a cambio de favores políticos. Merijin de Waal del Handelsblad holandés precisa que esta no es la primera fuerza de este tipo en Holanda pero si la primera vez que una formación radical tiene tanta fuerza en el Parlamento. La gente de los barrios periféricos, comenta de Waal, cree que ha perdido mucho en los últimos años con la globalización. Quizá en lo económico su programa se aproxima más a la izquierda, estima este periodista holandés, aunque, en definitiva, dice a la gente lo que quiere escuchar. Pero advierte de que los liberales son una fuerza en alza y tras las próximas elecciones Wilders podría ser primer ministro
En Francia la amenaza en el horizonte es el Frente Nacional de Marine Le Pen, la hija del fundador del partido, Jean Marie, que durante mucho tiempo, dice Cecile Thibaud de L`Express fue un líder “folcklórico” que conseguía unir a todos contra él.
Recordemos que en 2002 JM le Pen llegó a la segunda vuelta en las presidenciales y Chirac arrasó consiguiendo el 80 % de los votos por miedo a la extrema derecha. Ahora, estima Thibaud, Marine Le Pen tiene el mismo discurso que su padre, pero es más mediática, su figura no está tan diabolizada como la de su padre y podría conseguir más del 20% de los votos. Hoy, subraya la periodista francesa, Marine tiene buena acogida en los barrios obreros, los viejos feudos del partido comunista. Está claramente en contra de la inmigración, del Islam y del euro, pero intenta la limpiar la imagen de xenofobia de su padre.
Italia se divide en dos: el norte rico y el sur pobre, asegura un periodista italiano en el coloquio. Indica que en su región, el Véneto, la Liga Norte, que representa hoy a los extremistas de derecha, recibe los votos que antes iban a los comunistas. La Liga Norte con apenas el 8,3 % de votos en las últimas elecciones de 2008 tiene una desproporcionada fuerza política. Forma parte de la coalición en el gobierno de Berlusconi y, a cambio de ese respaldo, lleva adelante su agenda federalista recortando las ayudas al sur y permitiendo a su ministro del Interior, Roberto Maroni, mantener su dureza en el tema de inmigración.
El miedo, en Italia como muchos otros países europeos, viene del otro: en la campaña para las elecciones municipales de Milán, Berlusconi ha afirmado que la izquierda quiere hacer de la ciudad una república islámica llena de gitanos. Nada menos.
En la tertulia un participante indica que, aunque en España no haya partidos radicales o de extrema derecha, en las recientes municipales el PP ha hecho un discurso xenófobo en Cataluña, que cuidadosamente ha sido dejado de lado por Mariano Rajoy a nivel nacional.
En Alemania, indica un antiguo corresponsal en ese país, esta vetado por ley todo lo que huela a racismo o xenofobia, debido al pasado nazi. No hay partidos radicales pero el discurso antiinmigración se “cuela” en el populismo de los grandes partidos como en el caso de Thilo Sarrazin, socialdemócrata, que en su libro “ Alemania se suprime a sí misma” pide una estricta política de inmigración, y de la misma canciller Angela Merkel, oficialmente democristiana pero sin perfil político claro, que intenta halagar los oídos del electorado, asegurando un día que la sociedad multicultural ha fracasado en Alemania, y otro que las gentes de los del países sur de Europa, en crisis, son unos vagos.
Lo que está claro, se dice en la tertulia, es que hay una desafección general hacia los partidos políticos tradicionales en toda Europa y que los políticos no saben explicar a la gente lo que sucede, como se esta viendo en el movimiento callejero en España, aunque en este caso se busca una regeneración política y no se culpa al otro, al extranjero, de la situación. Y lo que surge con fuerza aquí es el “cuarto partido,” el del voto en blanco o nulo, de castigo a la clase política.
Frente a la tendencia en los países ricos del norte, en el sur pobre o en crisis no ha tendencias radicales. En Portugal los dos grandes partidos, socialista y socialdemócrata, este de centro derecha, pugnan por dirigir el país, tras las elecciones generales de junio, los próximos años, que serán extremadamente graves y el voto de castigo puede venir sólo por la izquierda, de los comunistas o del Bloco de izquierda.
¿Es posible el surgimiento en Europa de un movimiento radical como el Tea Party estadounidense?, se preguntaba hace poco un diario británico. Quizá no, porque no hay partidos europeos. Pero si están surgiendo muchos movimientos con aroma a té. A té amargo.
Pero no debemos preocuparnos, porque Bruselas vela por nosotros en temas importantes. La UE ha prohibido el uso del cadmio en bisutería. Estamos salvados.