La derecha huele la sangre y quiere dinamitar la Unión (y la política).

La tertulia de Europa en suma, con Juan Fernando López Aguilar, jefe de la delegación socialista española ante el Parlamento Europeo.

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Como no cambien las cosas, en cinco años, de aquí a 2020, la idea europea puede ser invendible, sostiene López Aguilar. Las próximas elecciones al Parlamento Europeo, dice, son las más importantes que hemos tenido porque la Unión atraviesa su peor crisis, que no nació aquí sino al otro lado del Atlántico, aunque nos afectó enormemente. Pero la crítica a Europa no puede ser el antieuropeísmo, subraya.

 

Tenemos 125 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza y 27 millones de parados en el área común. La Unión es un proyecto supranacional regido por el derecho, asegura el candidato socialista, que hoy se encuentra desunida frente a la adversidad. Vuelven los prejuicios, la estigmatización de vecino y suben los populismos.  En el Parlamento Europeo, recuerda López Aguilar, hay 80 escaños a la derecha de la derecha, cargados de odio contra los gitanos, los judíos, los homosexuales y contra la gente del sur. Hoy, los fascistas no se presentan de la misma forma que en los años 30 del siglo pasado. Hoy, explotan la angustia de los ciudadanos y el miedo con respuestas simplonas  frente a problemas complejos. En España hay un porcentaje de activistas de extrema derecha y ese conglomerado está metido en el PP.

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La crisis, sigue diciendo el candidato, ha acabado con el acuerdo histórico entre democristianos y socialdemócratas.  Había un pacto de rentas, de cohesión, de políticas regionales, pero la caída del muro de Berlín liberó a la derecha de sus compromisos. Cuando estalló la crisis solo había tres gobiernos socialistas en Europa, en Portugal, Grecia y España, que fueron arrollados por la derecha. Hoy, tenemos una hegemonía conservadora que intenta acabar con los derechos sociales.  En España, el PP ha aprovechado su mayoría absoluta  para cargar contra esos derechos e implantar una reforma laboral brutal. La crisis no es un accidente, sino el producto de una correlación de fuerzas. Tenemos una austeridad suicida y los calendarios de cumplimiento de los déficits son imposibles. Hoy tenemos más paro y más deuda.

 

Para combatir esta situación tenemos que actuar a escala europea, afirma el eurodiputado. Los gobiernos nacionales siguen teniendo competencias, pero no tendrán margen suficiente si no cambia el modelo europeo. Ni siquiera Francia puede hacer frente al diktat alemán, ese corsé que ha impuesto Berlín y que perjudica a la salud del paciente. Y lamento profundamente que los socialdemócratas alemanes no contemplaran siquiera la posibilidad de formar una coalición de izquierdas con los Verdes y Die Linke. Hoy tenemos una Europa regermanizada, cuando lo lógico hubiera sido tener una Alemania más europea. Berlín impone su lógica a los demás y las cuentas son muy simples: Alemania tiene superávit porque los demás tienen déficit.

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Lo peor de esta crisis es no solo el manejo antisocial, asegura López Aguilar, sino la narrativa ideológica que la acompaña y que dice que todos los políticos somos iguales y que desanima a la población para que no vaya a votar. A esto hay que sumar los medios de comunicación, que suelen estar ligados a algún fondo de inversión. La derecha huele la sangre  y quiere dinamitar la UE. Los electores progresistas son llamados a la desmovilización, pero los votantes de la derecha van a las urnas, pase lo que pase. En España votan a los corruptos de Valencia, a Bárcenas o a la cabra de la Legión (sic), si llega el caso.

 

Tenemos que hacer frente a esa derecha, afirma; la baja participación es una amenaza pero, repito, no es fácil transmitir la necesidad de participar, porque los medios de comunicación dan una imagen negativa de Bruselas. Y estas elecciones son muy importantes, porque tenemos quizá la última oportunidad de reflotar la Unión.

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Lo que planteamos los socialistas es: no a los recortes, no a los calendarios de cumplimiento del déficit. Un cambio del papel del Banco Central Europeo, porque el problema no es la inflación sino el desempleo. Hay que dar esperanzas a los jóvenes y ajustar la fiscalidad de las rentas más altas, aunque hay que tener mucho cuidado porque el capital es muy listo y si ve que está en peligro, se va a otro lado.

 

La derecha tiene una  visión negativa de la inmigración, subraya López Aguilar. No se puede calificar de avalancha a 20.000 subsaharianos llegando a Italia, un país de 60 millones de habitantes. No se puede hablar de avalancha si cientos de personas intentan entrar en Ceuta o Melilla. Necesitamos una política europea de inmigración. Europa envejece, necesitamos inmigrantes, que no son depredadores, sino que vienen a trabajar y a deslomarse, si llega el caso.

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Frente a todo lo expuesto, en la tertulia surgen inmediatamente las críticas. El PSOE impulsó la reforma de la Constitución para controlar el déficit, congeló las pensiones y los derechos de los funcionarios, afirma un participante. Zapatero hizo esto, añade, y si volviera, me temo que haría lo mismo. La credibilidad del PSOE está tocada, señala otro tertuliano, no hay gran diferencia entre socialdemócratas y conservadores.

 

López Aguilar responde que en el PSOE se han debatido estos puntos y que la crítica ha sido abrasiva. El conjunto del partido, añade, asume estos cambios como un error colectivo. Las decisiones fueron tomadas por un reducido círculo de dirigentes, al margen incluso del Consejo de Ministros. Sí, reconoce, fue un ritmo demoledor, en apenas 15 días se cambió la Constitución, que había sido intocable durante 30 años. Pero es posible que estas autocríticas no hayan transcendido a los ciudadanos, porque tenemos un problema de comunicación. Y se nos exige más a nosotros que al PP.

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La corrupción me indigna, asegura. Relancé la Fiscalía Anticorrupción cuando fui ministro de Justicia, lo que me causó problemas. Pero la respuesta a la corrupción no puede ser antipolítica. La sociedad española es corruptógena. Los políticos no son una clase especial que ha decidido ser corrupta Si un gobernante no cede frente a esta lacra se le hace la vida imposible. En Canarias, donde fui candidato, donde está instalada la corrupción, no te aceptan si descubren que no te pueden comprar.

 

Termina así su exposición este político apasionado, catedrático de Derecho Constitucional, que ha pasado del primer puesto en la lista de su partido a las europeas, al cuarto. Valenciano, primera. Jáuregui, veterano europeísta, segundo. Para el tercero había que abrir hueco al candidato o candidata que recomendara Susana Díaz, la figura en alza del PSOE, aunque su región esté sacudida por los escándalos. De fondo resuena con aroma de “Ocho apellidos…” la propuesta de la número uno: hay que hacer una Europa más andaluza. Es decir que una Europa alemana está mal, pero una Unión a la sureña estaría mejor.

Así están las cosas.

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