España (o lo que quede) va a ser el asombro de Europa (y del mundo)

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Hoy me he levantado optimista, ilusionado, ¡que caramba! Ya está bien de derrotismo y de corrupción.

Por primera vez en la Historia de la Humanidad, ¡oiga!, como dicen en el Rastro, vamos a tener una clase política digna, limpia, correcta e incorrupta como el brazo de Santa Teresa, que pensará en el pueblo, no es sus intereses. Desde los primeros asentamientos humanos, de Ur, de Caldea, de Babilonia, de los divinos faraones egipcios, pasando por la democracia griega apoyada en la esclavitud, del cesarismo romano, de tirios y troyanos, de godos, ostrogodos, burgundios, hasta los austrias o borbones, no se habrá visto nada igual.

Yo creo que podemos. De momento no hay programa, en realidad ni p… idea, pero también es cierto que hay toda una nueva generación de hombres y mujeres dispuestos/as a mirar al futuro con confianza con sus ojitos azules y su pelito rubio al viento.

No habrá ni un solo caso más de corrupción, ni uno, con la nueva clase política emergente.

Se acabó lo de pagar el puterío con las tarjetas opacas. Es cierto que muchas hetairas quedarán en paro, pero se crearán cursos para el reciclaje laboral de estas nobles compañeras, trabajadoras sociales del sexo, lo que creará una importante bolsa de trabajo en el maltratado sector educacional.

Los bancos serán nacionalizados, faltaría más. Los directores de la agencias recibirán con los brazos abiertos a los impositores/as, a los que concederán créditos. Con lo que se ahorrará en regalos de sartenes y ollas se podrá atender a esta urgente demanda social.

El suflé de Podemos en la cocina del CIS

Publicado originalmente en El Confidencial.

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Los del CIS, pero también los de Prisa. Y los de Sexta. Periodistas y demóscopos, sin distinción de medio o instituto de opinión, parecen haberse subido a la ola de Podemos. Pero, sinceramente, los datos no se sostienen.Tal vez el miedo a repetir los errores de la pasada campaña europea les ha hecho situarse en una cierta frivolidad al 'cocinar' las respuestas de los encuestados. Nunca más. Esto es lo que parecen haber inculcado las empresas de sondeos porque, desde entonces, los seguidores de Iglesias juegan a favor de la corriente. Veamos algunos datos sorprendentes:

1. Encuesta de Metroscopia para El País (2 de noviembre). Error: a Podemos no se le puede someter a los mismos procedimientos de refinamiento o depuración usualmente utilizados, como, sin embargo, reconocía haber hecho este domingo José Juan Toharia, director del sondeo.

En primer lugar, porque es un partido de nueva creación y no hay histórico que permita atisbar, a través del recuerdo de voto y otras preguntas indirectas sobre el comportamiento de sus electores en anteriores comicios, hasta dónde llega la simpatía hacia él, más allá de los que aseguran que lo van a votar. He ahí un claro error de lo que en el argot se conoce como 'cocina'. Resulta inconcebible que el 22% de voto directo a Podemos en esta encuesta, lo convierta la 'cocina' de Demoscopia en una estimación del 27,7%, cuando a UPyD e IU, por ejemplo, se les mantiene sin apenas retoques, alrededor de un raquítico 3,5%; no así a PP y PSOE, a los que prácticamente se les dobla la estimación respecto al voto directo, lógicamente, porque en este momento son los más damnificados por el voto oculto.

El muro ¿Qué celebramos?

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El segundo canal de la televisión pùblica alemana, ZDF, emite un programa bastante cutre, Wetten, Das…? que es el formato nacional del ¿ Qué apostamos? internacional, en el que, por ejemplo, un granjero con los ojos vendados reconoce a sus vacas por el sonido que producen al masticar manzanas.

Pero la pregunta que se impone en estos días de noviembre no es esa sino ¿ Qué celebramos? Me refiero a lo de la caída del muro.

Yo no viví en directo “la noche más hermosa “. Estaba, por desgracia, en Atenas cubriendo unas elecciones griegas que anunciaban ya el fin de la era Papandreu y lo que iba a venir. Miraba con envidia en la TV el follón enorme que se había montado en la RDA con la salida masiva de gente por las fronteras abiertas, vía Checoslovaquia y Hungría, hacia el oeste.

Pero unos meses después era corresponsal en Alemania y me acerqué con mi equipo en el primer aniversario del acontecimiento más importante de las últimas décadas al lugar donde el muro se había hecho permeable, el Bornhomlerbrücke, donde la presión de la gente que se había agolpado ante el anuncio confuso de Günter Schawobski de que se podía viajar al oeste, había obligado a la hasta entonces temible y temida Volkspolizei, la policía de pueblo, a levantar las barreras para que los ossis, los del este, pasaran en masa al oeste. Todo convenientemente magnificado por la televisión alemana, la del oeste, que se veía perfectamente al otro lado del muro.

Y aquella noche fría y húmeda del primer aniversario, no había absolutamente nadie, ni en ese lugar, ni en otros puntos del muro. Ni alegría, ni botellitas de champaña, ni cánticos regionales. Nada, absolutamente nadie. Un silencio de muerte. Y un año después, exactamente igual. No había mucho que celebrar.

Esa noche mientras volvíamos a nuestra oficina a las diez de la noche por las calles de un Berlín Este profundamente triste, con fachadas renegridas, que no se habían tocado desde el año 45, pero que ahora ha sido tomado en masa por el pijerío del oeste, escuché un documento sonoro emitido por la radio occidental, que desconocía. Eran las conversaciones captadas de los vopos del este en aquella gloriosa noche. Un policía de fronteras avisa al teniente Hartmann de que varios cientos de personas están intentando asaltar el muro desde el oeste. El oficial pide calma a la espera de órdenes. Media hora más tarde el vopo vuelve a llamar al teniente y le dice que ya hay miles de personas.

Ucrania, la Europa incierta

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Petro Porochenko confirma la victoria de una mayoría que se aleja de Rusia; pero si sólo los ingenuos creyeron que Maidan albergaba la certidumbre del progreso europeo, de nuevo la esperanza puede ser dañina.

La guerra se estabiliza (aunque disminuya de intensidad) en el limes de choque entre los imperios: Washington-Bruselas, por un lado; Moscú, más allá. Nuestra Roma contra su Constantinopla.

No sé si la Unión Europea ha avanzado en estas elecciones, pero la unidad de Europa -entendida en sentido amplio- parece lejos, más lejos que hace año y medio o dos años. En las listas electorales del domingo abundaban los cuadros de los combatientes, de las facciones de “voluntarios”. Yuly Mamchur, coronel que rechazó abandonar su posición en Crimea, por ejemplo, ha tenido su lugar al sol en la lista del presidente Petrochenko. Éste rebajó su prédica más militarista, a medida que sus fuerzas perdían sobre el terreno ante los prorrusos (y rusos, de manera apenas encubierta). De modo que para evitar mostrar ese paso atrás, en los debates electorales se ha tendido a relativizar o se ha tratado de evitar mencionar lo que sucede en las provincias del Este. Hay menos choques, eso sí; pero tampoco se ha hablado demasiado de esas quiebras del alto el fuego firmado (forzado por las circunstancias) por Porochencho. Éste ha podido mantener así una cierta imagen de conciliador y unificador.

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