Europa: entre la esperanza y la impotencia. Por Juan Cuesta

logoasoc-02Ante la cumbre sobre Crecimiento y Empleo 

Nadie puede decir lo contrario: Europa está virgen en temas de empleo. No hemos hecho nada y no está claro si podemos hacerlo, si la Unión tiene fuerza, capacidad o competencias para ello. Pero la crisis ha puesto en evidencia nuestras carencias; no las ha provocado, las ha agudizado si cabe, pero ya existían. Las nuestras propias y las de todos. Claro que unas más que otras. Mientras la media de paro en la Unión ya ha alcanzando el 10 por ciento, España casi do duplica, situándose en un 19 y en la rampa de lanzamiento hacia el 20. Y si miramos a los jóvenes, la situación es aun más dramática. Se planteaba hace unos días en la inauguración del Año Europeo contra Pobreza: “Por primera vez no vamos a estar seguros de que nuestros hijos vivirán mejor que nosotros”. De hecho el paro juvenil europeo afecta ya al 18 %. En España al 34 %.

¿Y qué podemos hacer?

Anotemos aquí la propuesta del comisario Spidla para que la Unión lance una línea de microcréditos por valor de 100 millones de euros destinados a los parados jóvenes y a los de larga duración. Es una buena iniciativa. ¿Hay más?

La Estrategia de Lisboa fue un fracaso estrepitoso. No sólo no se creó empleo, sino que tampoco logramos cambiar el modelo de crecimiento. Y ahora toca poner en marcha nuevas propuestas. La estrategia pos Lisboa se llama Estrategia 2020. Así que todos prestos a revisar las bases de nuestro crecimiento y a mirar otra vez a la sociedad del conocimiento. Otra vez a las nuevas tecnologías de la comunicación, a la investigación, al mercado de la energía, al coche eléctrico… Nada de esto es nuevo; otra cosa es si podemos hacerlo o si es suficiente.

Porque el problema es que Europa ha perdido el tren de la productividad y el crecimiento en el que andan subidos nuestros competidores. Estados Unidos, por supuesto, pero muy especialmente los países emergentes: China, India, Brasil… Decía Felipe González hace unos días que el modelo europeo, ese triángulo mágico en el que nos hemos movido desde los años 60, de productividad, crecimiento y empleo, creando valor para las políticas de cohesión social, para el estado del bienestar, ese modelo ha entrado en barrena por la crisis. Y para acabar de perfilar el panorama, Europa envejece a ritmo de vértigo. En 2025 el 30% de la población europea será mayor de 65 años con los costes sociales que todo ello conlleva. Veamos si no el debate abierto por la salud del sistema de pensiones en España y las sugerencias de ampliar la edad de jubilación.

¿Cómo volvemos a dinamizar la economía para crecer, promover el empleo y aumentar la productividad, y crear el valor necesario para mantener nuestro estado del bienestar?

De entrada, para mantener nuestro modelo social en ese escenario de envejecimiento de la población no podemos ser menos los que trabajemos, tenemos que ser más. Y en ese contexto resulta ridículo el debate abierto en las últimas semanas sobre empadronamiento o no de inmigrantes sin papeles. Aunque sea egoístamente los vamos a necesitar. Y mucho. Y a muchos. Y por muchos años. Pero la cuestión fundamental es si la economía europea va a poder generar esa oferta de mano de obra. Y la respuesta a priori es no porque me temo que la batalla con nuestros competidores la tenemos perdida. Y en una economía globalizada y con la Organización Mundial de Comercio como freno a las políticas proteccionistas no caben mercados regionales.

De momento el presidente de turno de la UE, José Luis Rodríguez Zapatero, ha convocado a un pacto social europeo a instituciones, patronal y sindicatos. Intuyo que no será suficiente, pero es bueno que hablemos, que se conozca la situación y, sobre todo, que se adopten medidas. O que se sugieran, o que se impulsen. Y tal vez sea también el momento de acometer reformas estructurales, consensuadas, por supuesto. Hay que empezar a andar porque los desafíos nos atrapan y urgen las respuestas. Faltan ideas, energía, y urgen soluciones.

La locomotora europea no echa humo. Echa chispas

logoasoc-02No echa humo porque cumpla los criterios de Kyoto, sino porque va a ritmo lento. Y echa chispas, porque se suceden agrias discusiones políticas internas.

Alemania sufrió el año pasado la crisis económica más grave desde la fundación de la RFA en 1949; el PIB retrocedió un cinco por ciento, cinco veces más que en 1975, tras la crisis del petróleo del 73.

Las razones fueron el descenso de las exportaciones en un 15 por ciento y el recorte de las inversiones en un 20.merkel

En otoño se anunció el fin de la recesión. Esto quedó atrás, pero no la crisis económica, subrayan los analistas bancarios. Alemania salió de la crisis antes que los Estados Unidos, pero los datos del último trimestre del año vuelven a rondar el cero en crecimiento

El déficit conjunto del Estado federal, los federados y los ayuntamientos suma 77.000 millones de euros, con lo que Alemania supera el 3 por ciento de endeudamiento sobre el PIB, máximo fijado por pacto de estabilidad. Y se puede duplicar este año.

España y el tabaco: Nunca es tarde, pero… ya era hora.

logoasoc-02Que lo de fumar es un hábito muy cinematográfico lo saben especialmente los amantes del cine clásico y de las viejas películas de la época dorada del cine negro. ¡Qué mundo ideal, ese en el que los personajes encarnados por Bogart, Bette Davis, Robert Mitchum, Marlene Dietrich,  Melvyn Douglas y tantos otros, no tenían que preocuparse por el daño y la molestia que causaban a los fumadores pasivos, ni parecían sensibles ellos mismos a la amenaza del cáncer, a las enfermedades pulmonares obstructivas o a las dolencias cardiovasculares y cerebrales!Tabaco3

Pero son cosas distintas. El humo del cine, confinado a lo virtual, no perjudica directamente a la gente, salvo por el hecho de que muchos  pueden sentirse  impulsados a imitar  los movimientos y las actitudes de las grandes estrellas. También tienen gran fuerza plástica esas escenas en las que el policía encargado del caso o el detective protagonista de la historia disparan su revólver contra el malo y éste se tambalea y cae, pero en la vida real gestos y hábitos de ese género no están bien vistos como uso social, sobre todo en Europa. 

Adiós Gutemberg, ¿Adiós?

Europa se apoya en valores como la libertad, la democracia y el Estado de derecho. Pero el periodismo está en peligro y, por lo tanto, la democracia. Para tener una sociedad democrática hace falta una prensa fuerte y libre. Los diarios impresos se van a Internet, pero la publicidad no llega. Salidas posibles: la subvención, el pago por la información, o más calidad.encuesta_blogs_2

Los blogueros, inundan, inundamos la red. Pueden, podemos, escribir cualquier cosa,  en pijama, como reconocen algunos, en casa, sin estar presentes en los lugares donde se genera la noticia  También es cierto que la mayoría de los blogs no se leen o no tienen influencia. Pero eso no es periodismo. O no tiene porque serlo siempre. La fiabilidad en la información lleva a repetir la lectura o la atención sobre un medio que proporciona datos contrastados y fiables.

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