Europa, ¿una Suiza cristiana?

logoasoc-02Los fines de semana otoñales en Alemania son terribles. Frío, hielo y niebla. El mundo se acaba con el cierre de los comercios los sábados, antes a las 14 horas, ahora a las 16. Es tiempo de encerrase en casa y filosofar como decía Heidegger. Con este tiempo, no se puede hacer otra cosa.

Europa, anno cero-cero

logoasoc-02Europa vuelve a poner el contador a cero el 1 de diciembre con la entrada en vigor del nuevo Tratado de la Unión. Lisboa resume todos los Tratados anteriores y ha llegado para quedarse por décadas. Tras ocho años de tortuosas negociaciones sobre la Constitución, reconvertida en Tratado, nadie va a atreverse a plantear una modificación en mucho tiempo, a la vista de lo que ha pasado, rechazos francés y holandés, no de Irlanda, trabas checas.

Europa se la juega de nuevo

El Tratado de Lisboa, suscrito finalmente por el presidente checo y tras ocho años de tortuosas negociaciones, no es el final. A corto plazo, Lisboa plantea tantos problemas como los que pretende resolver.

El analista francés de la Brooking Institution, Justin Vaisse, sostiene que el nuevo Tratado es virtual, que hay que rellenarlo y que la tarea puede ser más compleja que lo conseguido hasta ahora, a pesar de que estos años de trabajo han dejado exhaustos a gobiernos y países.

Lisboa fija, sobre todo, nuevos cargos: el Presidente permanente del Consejo, no rotatorio, y el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad. Y aquí viene el punto clave: son las figuras elegidas las van a marcar el cargo y no al revés.

Por increíble que parezca, después de años de debate sobre el Tratado, Europa no sabe todavía si desea un Presidente fuerte o una personalidad de perfil bajo.

Lisboa no define muy bien la tarea del Presidente. Sería en gran parte administrativa, y su misión principal será garantizar la preparación y la continuidad de la labor del Consejo y favorecer el consenso entre sus miembros. Sin embargo, encarnará la representación exterior del Consejo y de la Unión.

Europa pixelada

Decía hace poco una escritora bastante conocida que la corrección política era un asco. Que ahora, en las narraciones infantiles, Caperucita y el lobo terminan prácticamente jugando al mus y tomando chocolate, no sea que proteste algún colectivo.

La corrección política lo invade todo. Se pixela a los niños, a los escoltas. De seguir así las cosas, la mitad de las fotos de los diarios aparecerán pixeladas. Pero el proceso de construcción europea es exactamente lo contrario.

La Comunidad Económica de los seis nació fuertemente pixelada en 1958 con la firma del Tratado de Roma. Gruesos píxeles en blanco y negro de señores muy severos, prácticamente todo señores, que trazaron cuatro líneas maestras sobre el camino a seguir.

Poco después, el píxel franco-alemán lo dirigía todo. De Gaulle le dijo a Adenauer: vosotros, los derrotados en la guerra, os dedicaréis a hacer tornillos, y nosotros, los franceses, a la política. Italia, adormecida en el falso sueño democristiano, no salía en la foto y el Benelux, muy productivo en lo económico, era demasiado pequeño en lo político.

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