De algunas propagandas al uso sobre Ucrania y Crimea

Mapa_de_Ucrania El derecho internacional no siempre funciona con la misma lógica que las lógicas paralelas de la historia o la geografía. Rusia ya ha recuperado la soberanía de Crimea. Para Moscú, ahora se trata de ver cómo consolida jurídicamente lo que ya fue antes, mucho tiempo, totalmente suyo. Pero, ¿hay otra perspectiva al otro lado de su limes occidental?

Hay que decir que la historia –aunque ayuda bastante- no puede servir para explicar del todo el derecho internacional, que debe estar destinado siempre a evitar conflictos, no a fomentarlos en el momento presente, ni a justificarlos en el futuro. Putin, sí, desde luego, debería asumir que el derecho también es importante; sus antagonistas occidentales o los de Kiev, también.

No importa que esos soldados embozados no lleven insignias: todos sabemos a quién responden, quién los ha formado y armado. La guerra fría sólo se templó durante una temporada; ahora hay que evitar averiguar cómo se instala (y en qué línea precisa) el nuevo telón de acero. Una forma de hacerlo es hablando bajito sin parar: comportándose como si aún fuera posible el diálogo Moscú-Kiev-Crimea-Berlín-Varsovia-Bruselas-París. Ah, y Londres-Washington, que dudan siempre si deben estar más o menos cerca del conflicto allá en la península de las batallas del XIX.

Hablar de «invasión» con el despliegue naval y militar ruso previamente existente, es inapropiado. Las tropas rusas están allí desde el siglo XVIII. Otra cosa es en función de qué acuerdo, conflicto o norma están –o si deben o no estar- desplegadas en Crimea.

La crisis de Ucrania y las imágenes del pasado

Articulo publicado originalmente en Periodismo Global, la otra mirada.

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¿Desembocará la crisis de Ucrania en una guerra? Las imágenes del pasado

La historiografía nos enseña a mirar al pasado y sacar consecuencias para el presente. Sin una revisión histórica es imposible entender los grandes conflictos actuales. Hay también una tendencia a analizar miméticamente las crisis de hoy conforme a los esquemas de otros grandes momentos históricos.  Marx (18 de Brumario) ya nos dijo que la Historia se repite, primero como drama, luego como farsa.

No existen dos situaciones iguales, ni los actores ni los contextos son nunca idénticos, de modo que no cabe una interpretación determinista del devenir histórico en función de los modelos del pasado. Pero las grandes crisis y su resolución pesan en la conducta de los mandatarios protagonistas y sus asesores; en aquellos como imágenes (a menudo compartidas con sus pueblos), en estos como esquemas estratégicos para repetir o evitar.

 

La imagen de la I Guerra Mundial

En Ucrania, como es frecuente en conflictos internos o internacionales, se llega a una situación en la que aparentemente no hay más salida que la guerra, que nadie quiere, por la incompetencia y la falta del sentido de la realidad de sus principales protagonistas.

La revolución naranja no fue más que un cambio de élite corrupta por otra y las elecciones (limpias) que llevaron a Yanukovich al poder no eran más que un paso más en la misma dinámica. Todo hubiera seguido igual sin el factor europeo.

La Unión Europea ofreció a Ucrania un acuerdo de cooperación como si fuera territorio económica situada en la luna. Un acuerdo que hubiera significado la entrada masiva de productos europeos y la ruina para la industria pesada de las regiones del este.  Y todo sin ningún horizonte de adhesión. Pero Ucrania no está en la luna. Mantiene unos estrechísimos vínculos económicos, políticos y culturales con Rusia.

Putin no podía aceptar la colonización económica de Ucrania. No tenía más que mostrar el palo y la zanahoria del gas y los créditos para hacer a Yanukovich una de esas ofertas que no se pueden rechazar. Yanukovich hizo las cosas como las hacen los autócratas: de buenas a primeras, sin debate ni preparación de la opinión pública cambió de carta estratégica. Las protestas populares se convirtieron en una insurrección armada, liderada por la ultraderecha nacionalista y xenófoba (Svoboda, Sector de Derechas), con una menor presencia de grupos anarquistas.

La toma del control de Crimea por parte de Rusia puede ser el equivalente al asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, que desencadenó la serie de movilizaciones que irremediablemente llevaron a la guerra en aquel verano de 1914. Funcionaron entonces automáticamente las alianzas entre las distintas potencias. Los estados mayores pensaban en una campaña limitada, como las guerras del XIX, pero se convirtió en un conflicto global.

Renzi/Italia y Ucrania: dos crisis de Europa

audije1 “La crisis, pues sí, es seria; pero no es grave”. Mi amigo y colega Antonio Vellutto, me citó una vez esa sabia respuesta (creo que de Andreotti) a un periodista que le preguntaba si la crisis de gobierno era “grave”. La política italiana siempre me produce una mezcla de fascinación, de proximidad personal, que tiene que ver con la historia del país latino-europeo de nuestros orígenes. También de repulsa por detalles que –tardíamente- se descubren sórdidos, pero que casi nunca proceden de la mediocridad intelectual. Ahí aparece Matteo Renzi. Ha recibido “el encargo” de formar nuevo gobierno por parte del venerable presidente de la República, Giorgio Napolitano. En la distribución de papeles de la democracia parlamentaria que es Italia, Renzi será Capo del governo (es decir, Presidente del Consiglio dei Ministri), que los anglosajones traducen como prime minister. Es seguramente una mala traducción porque no estoy seguro de que ambas culturas políticas (la de Londres y la de Roma)  se refieran a lo mismo. Trayectoria y estilo Renzi En Italia, lo blanco y lo negro terminan siendo lo que son: puntos extremos de una transición grisácea. Ahí surge el electrizante, ambicioso, Renzi. Lo llaman Renzusconi porque –como Silvio Berlusconi- está primero él y luego él mismo. Habla mucho de compromiso personal y le encanta aparecer en los medios. Coquetea con la ideología sin escapar al oportunismo del momento y prepara bien la frase del día para los titulares: “Pronto a dialogare ma col coltello fra i denti” ha sido uno de las más impactantes. Dispuesto a dialogar, pero con el cuchillo entre los dientes. Todo un programa. Renzi tiene 39 años recién cumplidos (el 11 de enero), ha dejado de ser alcalde de Florencia, puesto al que llegó con la izquierda, y es Secretario General del Partido Democrático (que no lo olvidemos, integra parte de los restos del entrañable Partido Comunista Italiano). No obstante, los orígenes de Renzi son más bien democristianos (en el Partido Popular Italiano, que brotó de la quiebra de la Democracia Cristiana, también histórica). Es católico de misa dominical. Su trayectoria es tan fulgurante que tiene detalles para inquietar a unos y otros. Ha promovido una cierta rehabilitación de Berlusconi, para pactar una nueva ley electoral con él (y no sabemos qué más), sin dejar de dialogar con Angelino Alfano, creador del Nuevo Centroderecha, que a su vez dejó caer a su amparo político, es decir, al mismo Berlusconi.

 

El objetivo debe ser el reparto, no el crecimiento.

Una conferencia del sociólogo Zygmunt Bauman.

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Cuando yo era joven, cuenta Zygmunt Bauman, escuchaba que la desigualdad era positiva, que los que tenían más iniciativa movían la economía y creaban puestos de trabajo.

Hoy, varias décadas después, apunta del veterano pensador polaco, no hay señales de que eso funcione. Realmente estamos en un estado de devastación moral ¿Por que pasó esto?, se pregunta. Lo que ha sucedido, asegura, no era inevitable, se debe a las decisiones que tomamos en el pasado.

Tanto los políticos como los medios de comunicación insisten en que la solución a todos los problemas está en el incremento del sacrosanto PIB. Pero unos y otros se olvidan que hay que hacer frente a los problemas sociales, a la redistribución de la riqueza. Y pone un ejemplo. En la década de los 70 del siglo pasado se encontraron los yacimientos de gas y petróleo en el Mar del Norte. En el Reino Unido se favoreció a las empresas y a los poderosos y de esa riqueza hoy no queda ni rastro. En Noruega, sin embargo, se creo un fondo social para el futuro, de manera que los nietos de los jóvenes noruegos de hoy tendrán un sistema social justo, educación gratuita, libertad y seguridad.

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