Elecciones al Parlamento Europeo: esta vez será distinto.

Ignacio Samper, invitado en la tertulia de Europa en Suma

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Esta vez es diferente: ese será uno de los lemas más expresivos y el gran argumento a la hora de animar a la gente a votar en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, en mayo de 2014. Esta vez va a ser distinto, en efecto, entre otras cosas por el nuevo papel que el Tratado de Lisboa otorga a la eurocámara, y porque la designación del futuro presidente de la Comisión va a depender directamente de los resultados electorales y de la configuración política del nuevo Parlamento Europeo en virtud del voto popular.

Como insistía en destacar Ignacio Samper esta semana, en la tertulia de Europa en Suma, se trata, esta vez, de politizar y democratizar las elecciones europeas, es decir, de hacer política, y no tanto de suscitar y alcanzar consensos, que parecía ser la consigna hasta ahora. El director de la Oficina del Parlamento Europeo en Madrid resaltaba la importancia y el valor de este nuevo planteamiento a la hora de combatir el desinterés que tradicionalmente ha acompañado a los comicios europeos, y que se ha reflejado con frecuencia en índices de abstención descorazonadores.

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Hacia la Unión Política. 2014, Unas elecciones decisivas para la Unión Europea

Santander

Del 2 al 4 de septiembre ha tenido lugar en el Salón de Baile del Palacio de la Magdalena, en Santander, el curso de verano "Hacia la Unión Política. 2014, Unas elecciones decisivas para la Unión Europea".

La Inauguración la realizaron el presidente del consejo federal español del Movimiento EuropeoEugenio Nasarre, y el director del curso, Patxi Aldecoa. Después de la inauguración tuvo lugar la conferencia "Más Europa Unida" a cargo del expresidente del Parlamento Europeo, Enrique Barón, quién declaró que "los padres fundadores querían cambiar Europa" pero que "no les hicieron muchos caso". Señaló que “la Unión Europea es una unión de estados que comparten valores", que "esta Unión tiene carácter federalizante" y que es razonable hablar de federación europea. Resaltó que para salir de la crisis hay que completar la unión monetaria con una unión bancaria, una Agencia Europea de deuda, las políticas de crecimiento, reforzar la unión políticafederalismo fiscalreconocer a la Comisión como un gobierno con competencias en materia económicafusión entre la presidencia de la Comisión y del Consejo. Más tarde tuvo lugar la conferencia del Secretario de Estado para la UE sobre "la posición española ante la profundización de la Unión Europea". Méndez de Vigo expuso que "si profundizar es avanzar, no hay duda de que hemos avanzado" y que "el proyecto es seguir avanzando". Propuso que cada partido político europeo se presente con un candidato a presidir la Comisión, que se realice un debate sobre qué políticas europeas queremos, una lista electoral a nivel europeorecuperar la narrativa europea que ha desaparecido.

La tarde del 2 se realizó la mesa redonda "Unión política y opinión pública europea" moderada por Juan Cuesta, presidente de Europa en Suma y secretario del curso, y contaba como ponentes con los periodistas Xavier Vidal Folch, Hermann Tertsch y Cecile Thibaud. Juan Cuesta planteó la pregunta  a los ponentes de ¿Por qué no existe una Opinión Pública Europea? Vidal Folch comentó que "hay temas y personajes europeos como si fueran temas y personajes locales o nacionales" pero que aunque Europa "se ha metido en la agenda todavía no es nuestra agenda" y que existirían barreras lingüísticas, culturales e históricas. Hermann Tertsch señaló que Europa es la construcción mínima que necesitamos para sobrevivir y que en todos los países hay recelos hacia una Europa Política por dos motivos: la costumbre de echar la culpa a Europa de los gobiernos nacionales y el despotismo ilustrado de la Unión Europea. Cecile Thibaud comentó que los franceses desde la unificación europea "siempre han puesto preguntas sobre Europa" y que no hay los mismos debates en España que en Francia sobre Europa; habló también de que es muy difícil un debate en las Redes Sociales.

Europa, desde el piso de arriba.

La tertulia de Europa en suma y Descartes con el Comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia.

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Los que estamos en Bruselas tenemos la ventaja de estar un piso más arriba; vemos la situación Unión de manera más general, nos permite comparar lo que hacen unos y otros, afirma el Comisario.

Vemos, además, que si cada uno marcha por su lado no vamos a parte alguna. Si comparamos a Europa con el resto del mundo, comprobamos que somos una parte insignificante, y más con la ascensión de los países emergentes; nos estamos quedando atrás en términos relativos.

Por lo tanto, sigue diciendo Almunia, hay más razones para integrarse ahora que hace años. En los últimos años hemos tomado, forzados por la crisis, decisiones que hubieran sido impensables seis años atrás.

Ya, comentamos en la tertulia, pero países rescatados, como Portugal o Grecia tienen unos datos de paro o deuda mucho peores que hace dos años.

Hay que preguntarse, puntualiza Almunia, qué habría sido de Grecia sin el apoyo de Bruselas. Probablemente estaría en una situación muy grave. Hay que tener en cuenta, añade, que sus gastos estaban fuera de control. El país tenía una bomba de relojería bajo sus pies, se iba al garete.

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Y en Bruselas, ¿no se habían enterado de la situación?, preguntamos.

Es la guerra y van ganando (ellos)

Diálogo social en la UE, en la tertulia de Europa en suma.

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Nuestro invitado de esta tarde, Ignacio Fernández Toxo, recuerda una cita del multimillonario Warren Buffet:

“Naturalmente que hay lucha de clases y hemos ganado”.

El secretario general de C.C.O.O. dice que no, que van ganando, de momento.

Pero en su exposición sobre el diálogo social en la UE, recogido por los Tratados y que es el pilar del modelo social europeo, no es muy halagüeño. Los órganos de poder europeos, dice, están en Berlín, o siendo más precisos, en Frankfurt. El diálogo social que tenemos en la Unión es de cartón piedra, reconoce. Se intentó corregir el déficit democrático con  la Constitución que fue rechazada en Francia y Holanda. Luego, la crisis nos pilló en pleno proceso de renacionalización de las políticas. Hablar hoy de una dimensión social en los 27 es un sarcasmo, apunta.

La idea del estado del bienestar, comenta, nació en Alemania en la posguerra con un gran pacto social. Allí nacieron las bases de un sistema que ahora esta en cuestión. Pero, ahora, el mundo ha cambiado, no hay fronteras. Y con la crisis se apunta la idea de que Europa no puede competir en un mundo globalizado, manteniendo el Estado del bienestar.

Aquí no dimite nadie

Debate sobre la corrupción en la Unión Europea en la tertulia de Europa en suma.

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¿Y en el norte de Europa? ¿En ese norte frío, calvinista, rico e industrial?

Sí, parece que sí. Allí se dimite, y mucho.

Lo recuerda uno de los ponentes en la tertulia, Jesús Lizcano, presidente de  Transparency International España. Por ejemplo, comenta, una ministra finlandesa renunció a su cargo porque se descubrió que había utilizado su tarjeta de crédito oficial para comprar unas chocolatinas…

Hablamos de corrupción, indica Lizcano, cuando un cargo público se aprovecha del mismo con fines privados.

Y el mundo es muy corrupto, añade. De 176 países analizados, el 70%, suspende. Los menos corruptos, una vez más, son los del norte de Europa, que encabezan siempre las listas de calidad de vida.

España no queda muy bien en este índice y vamos retrocediendo, señala Lizcano. Hoy estamos en el puesto 31, al nivel de Botsuana. Aunque hay que decir que quizá ese país, antigua colonia británica, heredero de sus instituciones y que dedica el 10% de su PIB a educación, se escandalice por estar a nuestra altura, a pesar de su mala fama por ser escenario de reales cazas de elefantes reales.

Las instituciones públicas, y hay algo más de veinte mil en España, tienen que ser transparentes, afirma. Es por lo que lucha su organización; el ciudadano debe poder conocer su funcionamiento, sus gastos. España es de los pocos países de la UE que no tienen una ley sobre la transparencia pública, aunque se está tramitando una al respecto. Por lo que parece, por lo que sabemos, asegura Lizcano, esta ley dista de ser perfecta o correcta, pero, al menos, tendremos algo.

Sol, playa y sangría (moral y económica)

La Marca España en la tertulia de Europa en suma.

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Durante décadas, España tuvo en el mundo una imagen simpática. Éramos conocidos, también, por una inteligente utilización de la energía solar. Llegaban los turistas por decenas de millones, les dábamos vuelta y vuelta al sol y regresaban a sus tierras, contentos y  colorados cual langostinos, tras haber consumido algunas birritas (algunos de más)

Después, con la llegada al poder del hombre que decía aquello de estamos-trabajando-en-ello, tuvimos un crecimiento económico que estuvo a punto de colocarnos por delante de potencias como Italia o Francia, un proceso que asumió sin críticas y con deleite su sucesor, el veterano diputado por León.

Pero estábamos cimentando nuestro crecimiento, nunca mejor dicho, sobre hormigón y, sobre todo, sobre la deuda, mucha deuda, de las familias.

Hoy, en medio de esta-pavorosa-crisis, las autoridades intentar quitar el polvo (de cemento) de la marca España. Revitalizarla, vamos.

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“Este observatorio me trae por la calle de la amargura” reconoce Javier Noya, que investiga la evolución de la Marca España para el Instituto Elcano.

“En los últimos meses y años, la imagen del toro, herido o moribundo, ha aparecido en todos los medios internacionales para reflejar la mala situación económica o la corrupción en nuestro país. Si salimos en algún medio es para mal, cuando lo mejor, muchas veces, es no aparecer en las noticias, como le pasa a Zara.

En muchos países tenemos dos rostros, uno bueno y otro malo. El bueno es la imagen que se tiene en el mundo por la Transición, un modelo a imitar. Antes de la entrada en el entonces Mercado Común, pocos tenían fe en nosotros. Pero en las últimas décadas fuimos a más y pasamos a ser algo; se nos estudiaba como un modelo de éxito. Pero todo eso se interrumpe trágicamente con la crisis de 2008.

Hoy, a pesar de lo que está sucediendo, se nos reconoce en el mundo por nuestra cultura y nuestra lengua. Seguimos teniendo un enorme atractivo turístico y este sector permite que el PIB no caiga aún más.

La percepción exterior es que España sigue siendo uno de los mejores países para vivir, pero no para trabajar. No se nos considera un país moderno”

¿A qué juega Alemania?. Los alemanes, ¿Nazis o exportadores? Tertulia E+

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Sí. Tenemos que reconocerlo. En el sur de Europa no paramos de tildar a los alemanes de nazis. Y en Grecia, en particular, de equiparar a la señora Merkel con el terrible Adolf.

El hecho es que cada años cientos de miles de jóvenes del sur, desde Portugal a Grecia, se van a Alemania. ¿Para afiliarse al partido nazi? ¡Nooooooo! Para buscar un empleo en la locomotora económica europea que no les proporciona el simpático y relajado sur. El invitado a esta tertulia, Enrique Barón, ex presidente del Parlamento Europeo, se enfrenta con el enunciado inmediatamente. A mí, asegura, me parece más importante saber a qué jugamos nosotros. La señora Merkel, recuerda, recibió a los sindicatos españoles muchos meses antes de que lo hiciera Rajoy. El Bundestag (cámara baja del  Parlamento alemán), sigue diciendo, ha debatido la situación de la economía española, cosa que no se ha hecho en el Congreso. A mí, añade, la postura del gobierno español me plantea muchos interrogantes.

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Sobre el “europeísmo” de Alemania, Barón recuerda que en la Grundgesetz, ley fundamental alemana de 1949 o Constitución, la base de la democracia de la nueva República Federal, se hace una mención expresa a una Europa unida, cosa que no recoge la Constitución española. Es decir, subraya, los alemanes se reorganizan no sólo a nivel nacional, sino como europeos. Alemania, comenta el veterano político socialista, buscó la competencia entre empresas, desmantelando los viejos Konzern, los gigantescos grupos empresariales nazis; creó la cogestión, el diálogo entre los interlocutores sociales, un Tribunal Constitucional independiente y un Banco central, el Bundesbank, que fue junto con la moneda, el Marco, el pilar del milagro económico.

Nos jugamos la vida

La tertulia de Europa en Suma sobre el estado de la Sanidad y los recortes

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Y teníamos, pensábamos, una Sanidad ejemplar. Y se cumplió un sueño y se descentralizó este servicio. Y llegaron las autonomías. Y decían que iba a mejorar la atención, acercándola al ciudadano. Y al poco tiempo, algunas autonomías montaban un aparato burocrático tan pesado o más que la vieja Administración central. Y se montaron hospitales y consultorios en cada esquina (porque había que ganar las elecciones). Y llegó “la que está cayendo”. Y descubrimos que no éramos tan ricos. Y hubo que hacer recortes en un servicio vital. Y las calles se llenaron de batas blancas.

 

No jugamos la vida en este apartado, dice el moderador de la tertulia Luis Pintor. No se trata aquí de política. Por ejemplo, añade, la Comunidad de Castilla La Mancha pretende suspender las urgencias, porque asegura que atender a una o dos personas al día es un despilfarro. Estamos, subraya Pintor, ante un problema básico, porque la Sanidad va a ser cada vez más cara; los tratamientos son cada vez más costosos y aumentan las perspectivas de vida.

Irlanda intentará acelerar el proceso de unión bancaria europea

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Había interés por conocer de primera mano cómo se encuentra Irlanda, y qué es lo que piensan y sienten los irlandeses, dos años después de que su gobierno se viera obligado a pedir el rescate a la Unión Europea. El embajador de la República de Irlanda en España, Justin Harman, buen amigo de Europa en Suma, era en esta ocasión el invitado especial de la tertulia mensual de nuestra asociación. El pretexto inmediato era el inicio de la presidencia semestral de la Unión, que desde comienzos de año desempeña precisamente este país, pero, efectivamente, el interés por Irlanda era más general, y eso quedó reflejado ampliamente a lo largo del coloquio.

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Al embajador se le preguntó por ejemplo, por el régimen fiscal irlandés, que suscita grandes controversias con otros estados de la Unión por cuanto que beneficia la instalación de empresas extrajeras en el país gracias a un muy reducido impuesto de sociedades. El señor Harmann aclaró que Irlanda no piensa cambiar de modelo ni subir el impuesto para sociedades, cuyo tipo estándar es del 12,5 por ciento, porque, según dijo, el hecho de contar con ese porcentaje, menor que en otros países, se compensa por el hecho de que allí no se aplican las desgravaciones que sí son habituales en otras latitudes. En este sentido, el embajador insistió en que Irlanda apuesta por la empresa como motor del crecimiento, y que su modelo seguirá buscando atraer inversiones internacionales con incentivos: y entre esos incentivos o esas ventajas para la instalación de empresas en el país, aparte de la fiscalidad, Justin Harman citó el alto nivel de formación de sus trabajadores y el idioma inglés.

La Unión Europea y las primaveras árabes; dos años después, optimismo con cautela

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Nos acompañan,  en esta ocasión,  Ignacio Cembrero, corresponsal de El País en Marruecos, y Haizam Amirah, investigador principal para del Mediterráneo y el mundo árabe en el Real Instituto Elcano. Casi dos años después del inicio de esa cadena de movimientos sociales –revoluciones, las llaman algunos- que comenzó en diciembre del 2010 en Túnez, o, para otros, en enero del 2011, nos preguntamos por el estado de esos países, el camino recorrido desde entonces y el papel jugado por la Unión Europea en esos procesos.

Ambos expertos coinciden en señalar que Europa –y occidente, en general- no vio venir los acontecimientos; o no quiso verlos venir, porque no prestó atención a los muchos signos de que algo estaba cambiando en todas esas sociedades y en el estado de conciencia de sus habitantes. Pero lo cierto es que la UE se conformaba con apoyar a un conjunto de regímenes que mantuvieran el orden interno y la estabilidad. Gadafi, incluso, había sido sancionado favorablemente por Occidente, se había convertido en alguien “aceptable” con el que se podían hacer buenos negocios. Las aspiraciones de las poblaciones de los países del Magreb y de Oriente Medio no parecían contar mucho, ni siquiera en los análisis diplomáticos, y no se percibieron los cambios de valores y actitudes en todos esos países. Cuando la primavera árabe comenzó, la reacción fue lenta: la primera reacción de la  señora Ashton es de marzo del 2011, y el siguiente comunicado de mayo de ese mismo año.

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En dicho comunicado se emplea un lenguaje favorable a esas revueltas pero vago: se habla de “apoyar la democracia profunda”, de crecimiento inclusivo, de favorecer la amistad entre los pueblos… afirmaciones todas que –señala Haizam Amirah- suscitan la cuestión de por qué no se hizo nada de eso antes: ¿no contaba la democracia anteriormente para Europa?, ¿no era antes importante que el crecimiento económico mirara hacia la gente concreta?

La toma de postura europea se concretaba –resumen Amirah- en las tres “M”: Money, market and mobility. Es decir, en promesas de más dinero, de más apertura de los mercados para esos países y mejor control de los procesos migratorios. Pero esas promesas no han llegado a concretarse, lo que revela que Europa está en una fase de parálisis. Y que ha sido poco exigente en las exigencias frente a los lentos procesos de reforma en Jordania o Marruecos.

Ser (España) o no ser (España) ¿Es éste el problema?

La (posible) independencia de Cataluña en la tertulia de Europa en suma.

Por Daniel Peral

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Albert Bosch, escritor y diputado por ERC en el Congreso de los Diputados lleva años luchando para que Cataluña sea independiente. Cuando se alcance ese sueño, asegura, me retiraré al campo para escribir como se consiguió.

Bosch desgrana los elementos de esta cuestión ¿Por qué queremos ser independientes? ¿Por qué somos una nación? Tenemos todos los atributos, afirma, el consenso necesario y queremos ser como cualquier otra nación.

¿Para qué? Para mejorar la condición de la gente, responde, para dejar este mundo mejor que lo encontramos, para conseguir un mundo más justo e igualitario. La propuesta, asegura, es razonable y racional; el independentismo tiene un bagaje potente y al españolismo le falta imaginación y argumentos.

La manifestación del último 11s, afirma, es la culminación de un proceso de muchos años, como protesta por el desmontaje que hizo el Constitucional del Estatuto de Cataluña. Para conseguir nuestro objetivo, lo correcto es la vía del diálogo. Los catalanes tenemos el derecho a votar y España debe reconocer el derecho a la autodeterminación recogido por la Carta de las Naciones Unidas. Los grandes cambios se producen, asegura,  no por iniciativa legal o jurídica, sino porque se han encarnado en la mentalidad de la gente. Hay que tener en cuenta que Adolfo Suárez, sigue diciendo,  traspasó el semáforo en rojo de la legalidad entonces existente para hacer la transición. Lo mismo, afirma, se puede hacer ahora en el caso de Cataluña. Las leyes deber seguir a los cambios sociales.

Un encuentro de Europa en Suma con el representante de la Comisión en España, Francisco Fonseca

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En una muestra de “eurosinceridad”, Francisco Fonseca estima que hay que dejar de hablar de Consejos Europeos “trascendentales” y del “enorme” papel de la Comisión.

De lo que se trata en estos momentos tan difíciles, asegura, es, nada menos, que de cambiar el rumbo de los que estamos haciendo; tenemos que afrontar la desafección con Europa.

¿Y por qué esta desafección?, se pregunta. Por una parte, porque habíamos renunciado a una política financiera estable y los bancos privados se habían arriesgado demasiado o, en palabras del presidente de la Comisión,  habían llevado a cabo prácticas irresponsables. En definitiva, dice Fonseca, es como si los cabezas de familia no hubieran gestionado bien los asuntos domésticos.

Lo que piensan los europeos, añade, es, simplemente, que Europa no ha dado una respuesta a los problemas

¿No ha hecho nada Europa?, se pregunta el representante de la Comisión. No, responde, eso no es verdad. La respuesta dada por los 27 ha sido teóricamente impecable. Se ha entrado en temas impensables hace años, como que la Comisión analice las finanzas nacionales.

Bruselas estima que sabe cuales son los problemas, precisa; el problema está en que los mercados no se lo creen.

Y no hay manera de que un político o un ciudadano apoye a Grecia, por ejemplo, si no nos creemos las cuentas griegas.

La crisis, recuerda Fonseca, nos cogió en medio de la pesada digestión por la ampliación de la Unión al Este, en pleno proceso de armonización de los intereses comunes con los nacionales.

Y queda claro, indica, que hoy no están en el poder los viejos dirigentes que dieron pasos adelante en la construcción europea porque habían vivido la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, los ciudadanos perciben que sus dirigentes son mucho menos europeístas que los de antaño y que están más centrados en los problemas nacionales.

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Los valores de la reunión de Munich, hace ahora cincuenta años, son los valores que después encarnaría el espíritu de la Transición y que iban a quedar reflejados en la Constitución Española de 1978. Esta es una de las ideas clave que surgieron y se desarrollaron ampliamente durante el acto organizado por Europa en Suma el pasado día 7, bajo el epígrafe de Del contubernio de Munich a la crisis del Euro. Aquellos valores, estas soluciones.

Fue en el marco de las jornadas que el ministerio de Asuntos Exteriores ha promovido para recordar aquel acontecimiento que tuvo lugar los días 5 y 6 de junio de 1962,  en el entorno del IV Congreso del Movimiento Europeo que se celebraba en la capital bávara: el encuentro de más de un centenar de representantes de la oposición democrática a Franco, tanto del interior como del exilio, y la declaración, firmada por unanimidad, en la que los asistentes, encabezados por Salvador de Madariaga, pedían para España un régimen democrático de libertades y derechos de cara a la anhelada incorporación del país a Europa.

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